Alfonso Merlos

Puño en alto

Puño en alto
Puño en altolarazon

Están fundidos y han perdido el oremus. Y han abrazado definitivamente la estrategia del «cuanto peor, mejor». Sólo así se entienden los bandazos, la irresponsabilidad, los baratos eslóganes y las peligrosas compañías del PSOE en este momento decisivo para España.

Una cosa es que una peña de nostálgicos hagan ondear en el sevillano Puente de Triana las tricolor al grito de «España mañana será republicana» o «No hay dos sin tres, República otra vez». Pero quien hasta hace no tanto tiempo representaba a la mitad de los españoles (¡tan cerca y tan lejos!) no puede echarse al monte. Porque lo único que consigue es dañar los intereses nacionales y de los ciudadanos. Y porque no se puede izar un discurso político que termine constituyéndose en simple y llano estandarte de la mentira. ¡Claro que se puede! Pero el resultado es el desastre colectivo. Mientras libra una batalla interna por el poder del partido con su correligionaria Elena Valenciano, la animosa Soraya Rodríguez ha demostrado que las huestes de Rubalcaba siguen con las luces largas quemadas. Además están conduciéndose con prisas. Y así es normal que se estén estrellando, que vayan de cuneta en cuneta.

¿A qué están jugando realmente los tataranietos de Pablo Iglesias? ¿Están o no con la monarquía parlamentaria? ¿Depende del momento y del lugar y la parroquia a la que se dirigen? ¿Es el modelo Estado algo tan liviano como para estar sometido a los caprichos, los impulsos, los puntazos y el arrebato de estos dirigentes menores?

No nos vamos a rasgar las vestiduras por contemplar la estampa de los actuales capitostes socialistas puño en alto. De ellos y de ellas. Ya quedamos curados de espanto con aquellas siluetas patéticas de Aído o Pajín, adornadas con la pañoleta, entregadas a los mineros. Pero estamos, indiscutiblemente, ante la constatación de que esta atolondrada izquierda, ayuna de ideas y emborrachada de propaganda, no tiene remedio.