Real Madrid

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Sábado sabadete

La Razón
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Según todos los indicios, en media hora el Eibar-Real Madrid estaba visto para sentencia (0-3), sin necesidad de recurrir a la heroica, y Karim Benzema, resucitado de entre los muertos. Zidane cambió más de medio equipo, regaló un «moscoso» –día libre– a Cristiano Ronaldo, desencadenó al grupo y con una apuesta muy arriesgada para jugar en Ipurua, uno de esos campos que carga el diablo, zanjó la crisis que Las Palmas aceleró y viajará a Nápoles con una carga añadida de confianza y luminosidad. Los suplentes cumplieron, destacaron Asensio, James, Nacho como es norma en él, y hasta Danilo. Lucas Vázquez se vació, lo que en él también es habitual, y Karim Benzema destapó el tarro de las esencias.

En sábado sabadete, Karim rebosaba de alegría, los ojos le brillaban como luceros, la sonrisa tatuada de oreja a oreja y la ilusión juvenil de culminar la jornada envuelto en tul, estrechado por cálidos brazos y henchido de gozo y satisfacción porque el día era redondo. Todo ello catapultado por una mera cuestión estadística –si no marcaba en Liga desde enero, ya tocaba– o por la posibilidad de jugar suelto, liberado de la imperiosa necesidad de buscar a Cristiano Ronaldo con cada toque de balón, o al «Potro de Gales», que exige menos que el portugués, pero no disimula su estatus de temporal segundo de abordo llamado a la sucesión.

Karim Benzema se entendió con Asensio y con James, el Real Madrid lo agradeció y los 7.000 espectadores de Ipurua reconocieron a Luka Modric, cuando le relevó Kovacic, su habilidad como director de orquesta. Todo funcionó y la calidad inclinó la balanza, tan cierto como que la defensa del Eibar tardó 30 minutos en entrar al partido. Doblete de Karim Benzema, un tanto de James, otro de Asensio y el de la honrilla, de Rubén Peña, regalo arbitral.