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Socialistas ilustres piden «socorro» a La Moncloa

La Razón
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Pedro Sánchez busca un pacto que lo convierta en presidente. Sabe bien que es la única posibilidad que tiene. No se revela nada nuevo. De otra forma el ejército crítico de su partido, que le acecha desde los cuarteles de invierno se pondrá en marcha poniendo fin a su voluntario encierro. El próximo Congreso del PSOE es la espada de Damocles que todos miran. Igualmente le aguarda con ganas Podemos, cuya estrategia ha marcado el 20 de diciembre sólo como el primer mojón en su camino. Los de Pablo Iglesias no desean ser un partido de izquierda más, no, buscan ser el partido de la izquierda. Son, por ADN, una fuerza política «totalizadora». Por eso se preparan para dar el zarpazo final a los «enemigos» a quienes disputan el mismo espacio político. Tienen claro, además, que en caso de volver a las urnas, IU se integrará en sus listas (y, aunque, en política, uno más uno nunca es dos) y esa suma les permitiría «asaltar el cielo», o sea, en realidad, quedarse con las llaves del cuartel general socialista de Ferraz.

Pero si los planes de Pedro Sánchez son sobrevivir, Mariano Rajoy sabe que otros mandatarios socialistas, por encima de todo, desean salvaguardar el partido. Les van en ello sus mismas carreras públicas. Y para ello quieren retrasar todo lo posible un nuevo choque electoral letal con Pablo Iglesias. Necesitan tiempo para reconstruirse, para que el «soufflé» podemita se desinfle. Porque sus datos apuntan que, de lo contrario, el PSOE acabaría meramente como una fuerza de implantación regional engullida por la ilusión que despiertan los morados entre los más jóvenes en buena parte de España. De ahí que a La Moncloa lleguen las voces de ilustres nombres del PSOE que piden «socorro». Socialistas que descubren su miedo tanto al pacto con Podemos (con una fuerza populista que los dejaría disueltos arrebatándoles sus señas de identidad) como a una segunda vuelta de comicios que les despojaría en muchas ciudades de sus votantes clásicos.

Por ello Mariano Rajoy no tiene prisa. Sabe que a medida que pasen las semanas la ansiedad irá en aumento en la dirigencia del PSOE. La máxima de Camilo José Cela «en España, quien resiste gana» está cada día de más presente en La Moncloa. Además, si algo sabe hacer el presidente es resistir. Su carrera política es un grueso tratado de la filosofía de sentarse en la puerta para ver pasar el cadáver del enemigo. En eso está ahora. Considera a Pedro Sánchez fruta madura que va a caer por su peso. Simplemente hay que dejarlo cocerse en su propia salsa. Y el tiempo es el mejor aliado con el que jugar: un paso atrás en la investidura que habría sido una moción de censura para él. Un paso al lado para que Sánchez, lanzado a una carrera hacia a la nada, deje visualizar al PSOE (si sigue sin querer entender que una entente con el PP es el menor de sus males) la cruda subida del calvario en soledad ante el lobo populista llegado desde la ultra izquierda... Y el guión, de momento, va como estaba previsto.

Ahora, más agua al vino. Cuando todos pensaban que buscaría reunirse con Pedro Sánchez, no hay prisa alguna. Quietos todos. El encuentro llegará en su momento, si es necesario. Hay que dar tiempo para que la Realpolitik ponga en su lugar al PSOE. No hay prisa para escuchar decir «no» a Sanchez. Ya lo ha dicho como desplante a los votantes populares en demasiadas ocasiones. Mariano Rajoy tiene claro que sólo será presidente, de la Grosse Koalition en el tiempo de descuento, es decir, cuando el árbitro esté a punto de pitar el final. Y eso sólo ocurrirá si el socialismo concluye que el acuerdo con Podemos o las nuevas elecciones son su peor pesadilla. Si no lo hace y se llega a la repetición de elecciones, la presidencia del Gobierno dependerá de que PP y Ciudadanos (los de Albert Rivera son una realidad electoral que ya no es posible obviar desde Génova) logren activar a esos 1,7 millones de electores de centro derecha que no fueron a votar el 20 de diciembre.