Toni Bolaño
Socializar el ridículo
Francesc Homs, el inefable conseller de Presidencia, dijo en una reunión con cuadros de Convergència Democràtica que era necesario «socializar el dolor» para conseguir más apoyos a la causa independentista. Lo publicamos en estas mismas páginas. Hoy hemos conocido un nuevo «affaire» de esta socialización dolorosa. El gobierno de Artur Mas vuelve a dejar sin atender sus facturas con las farmacias. Ya son dos meses los pendientes. El calvario ya es un sinvivir para una mayoría de profesionales que no saben cómo salir del agujero al que les condena el que, en teoría, es su gobierno.
La Generalitat y su portavoz no se caracterizan por su mano izquierda. Sin embargo, tengo que reconocer que el conseller Homs, en esta reunión de mandos intermedios de su partido, habló de socialización del dolor –de forma poco afortunada y políticamente reprobable– pero en ningún momento dijo, ni pronunció, palabra alguna sobre la «socialización del ridículo». Aquí, el conseller Homs no estuvo fino. La cosa se le ha escapado de las manos. En 24 horas, dos destacados miembros del aparato de propaganda soberanista han hecho el ridículo a manos llenas. Brauli Duart, presidente de la CCMA, y la «tertulera» Pilar Rahola, miembro del Consejo de la Transición Nacional. Rahola, látigo de herejes, que juzga bajo su ética –y sin piedad– a todo ciudadano que no se somete a los designios del «Rei Artur» ha falseado su currículum. La doctora Rahola simplemente no existe. Ni en Filología ni en nada. Es una nueva mentira de la afamada «tertulera» de salón que se escuda en sus servicios al régimen para camuflar sus mentiras y que la dejen con el culo al aire. Sus títulos académicos son tan falsos como sus recientes afirmaciones que, citando una inexistente sentencia del Tribunal Internacional de La Haya, justificaban el derecho a decidir. Sigue sin dimitir. Duart, por su parte, ha escenificado uno de los episodios más vergonzosos de la televisión pública. Desde la prepotencia es muy difícil negociar. Y más con unos trabajadores que son las víctimas propicias de un desaguisado del que no son culpables. Esconderse tras los miembros del comité de dirección, que poco o nada pueden hacer en esta negociación, se traduce en una palabra: indecencia. Y como guinda, manipular la actitud desesperada de los trabajadores presentándolos como una especie privilegiada que no quiere «socializar el dolor» es simplemente deleznable. Duart y Rahola quieren «socializar el ridículo» y con esto no contábamos
✕
Accede a tu cuenta para comentar