Ely del Valle
Tres en uno
Acuciado por la falta de tiempo y atrapado en el endiablado dilema de tener que optar por centrarse, perdiendo así la posibilidad de recuperar los votos que se le han fugado con Podemos, o escorarse, arriesgándose a echar en brazos del PP a la izquierda moderada, Sánchez no ha esperado ni seis meses para tomar una decisión que consiste básicamente en abandonar la calle de en medio y lanzarse de lleno a la «podemización» de su discurso. No sabemos si él también tiene su Arriola particular tomando medidas a las encuestas o simplemente se ha dejado llevar por la intuición, pero con su intervención en la última sesión de control al Gobierno ha trazado una línea gruesa que va más allá del postureo propio de todo periodo preelectoral.
Pedro ha elegido y, al hacerlo, se aleja un poco más de Susana, que ya ha dejado caer que si el tren vuelve a pasar por su puerta, a lo mejor decide dejar de ser guardabarrera para optar al puesto de consejera delegada de Renfe. Y entre uno y otra está Madina que en los últimos tiempos está ganando los adeptos que le fallaron en julio, lo que pone en evidencia que el sistema de primarias ni es infalible ni zanja rivalidades.
Si el Partido Socialista fuese Podemos esto se resolvía con un liderazgo en comandita que no deja de ser muy cómodo porque, entre otras cosas, sirve para diluir responsabilidades, pero no parece muy probable que quien no tardó ni un minuto en amarrarse a la silla aunque se suponía que su misión era mantenerla caliente hasta la elección de candidato/a esté dispuesto a bajarse de la peana. En cuanto a la posibilidad, por la que más de uno firmaría, de que surja de la nada un mirlo blanco con la ambición de Susana, el discurso de Eduardo y la percha de Pedro es, hoy por hoy, ciencia ficción.
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