Julián Redondo
Votaciones
Cena en casa del embajador de Japón en España, Kazuhiko Koshikawa. Excelente anfitrión, enamorado de nuestro país y divulgador de la tortilla de patata, el flamenco y el vino tinto en el suyo. Confía en el éxito de Tokio 2020, pero a instancias de Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, declina pormenorizar sobre aquella elección bonaerense. «Señor embajador –le dice Blanco–, dos días antes de la votación, había empate técnico entre su candidatura y la nuestra. Estambul estaba descartada. Nunca dudé del proyecto de ustedes, enriquecido con 4.500 millones de dólares en caja... Y nos eliminó Estambul. No entremos en detalles». Tupido velo y a degustar las variedades de sashimi, sushi, maki y una deliciosa tempura de espárrago y langostino. El jumilla de Juan Gil ayuda a pasar el trago olímpico, de tan ingrato recuerdo.
Son tantos los intereses que se cruzan en una asamblea como la del Comité Olímpico Internacional que al vaciar las urnas sólo aparece dinero. Y es mucho lo que mueve el deporte, cantidades ingentes. Por ejemplo, los 5.137 millones de dólares que ingresó la FIFA entre 2011 y 2014. Presupuesto fabuloso que administrará el hombre que hoy salga elegido presidente. Hay cinco candidatos, tres «outsiders» y dos que encabezan destacados las listas de apuestas, el suizo Gianni Infantino y el bareiní de rimbombante nombre Salman Bin Ebrahim Al Khalifa. El jeque concurre a los comicios con ligera ventaja sobre el antiguo secretario de la UEFA y, por ende, de Platini.
Europa y América apoyan a Infantino; África, Asia y Oceanía, que suman más votos, a Salman, acusado por tres asociaciones internacionales de derechos humanos de ser cómplice de crímenes contra la humanidad en 2011 en el transcurso de la Primavera Árabe. No obstante, la pelota está en el tejado. Salman es hombre del petróleo; Infantino, del fútbol, y la votación de 207 electores, un arcano.
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