
Aunque moleste
Confianza o censura
No hay más salida para Puigdemont: o se entrega a Sánchez o le echa de La Moncloa
Semana clave para que el loco de Waterloo decida si quiere seguir sustentando la atolondrada legislatura de Sánchez o apretarle hasta el extremo de que la Mesa del Congreso de los Diputados admita la Proposición No de Ley (PNL) de Junts, que exige al presidente someterse a una cuestión de confianza. Si el huido fuera coherente, la no aceptación de la PNL habría de desencadenar el apoyo a una moción de censura del PP con el objetivo expreso de convocar elecciones. Vox ya se ha retratado al afirmar que votaría sí a esa iniciativa, incluso si es Puigdemont el compañero de viaje, siempre y cuando se trate de ir a las urnas, y no para sustentar un gobierno de Feijóo.
La legislatura sigue, por tanto, en manos del líder indepe, al que Sánchez intenta atraerse haciéndole todo tipo de concesiones: rebaja la tributación para los clubs deportivos (pensando en el Barça), aprueba una cautelar que favorece al equipo blaugrana en el caso Olmo, o reduce el impuesto de sociedades para las pymes, como exigían los separatas. Medidas que el prófugo acoge con agrado, aunque aclarando que no son suficientes. Está esperando que Sánchez se rebaje aún más y vaya a verle a su residencia, para que quede claro que quienes mandan en la Legislatura no son ni Yolanda ni Otegi ni Ortuzar ni Junqueras ni tan siquiera Sánchez. El que manda es Puigdemont, y él decidirá cuándo le conviene aniquilarlo. Lleva tiempo pensando que debería hacerlo ya, fundamentalmente porque apoyándole tiene mucho que perder y poco que ganar. La aplicación en su caso de Ley de Amnistía está en manos de la Justicia europea. Ya no pinta nada en ello Moncloa. Sí que le podría favorecer el «begoñazo» de la escandalosa ley con la que Sánchez pretende blindar a su esposa, hermano y al fiscal Alvarone en los juicios en curso. Cierto que quedaría en libertad al regresar a España, pues al no existir las acusaciones particulares, ni la Fiscalía ni la Abogacía pedirían su prisión preventiva. Pero la Ley Begoña podría ser enviada igualmente al Tribunal de Luxemburgo, con lo que quedaría en el aire hasta que no resolvieran los jueces europeos. En realidad, Puigdemont no gana mucho y seguirá perdiendo ante sus votantes, mayoritariamente de derechas y claramente opuestos al socialismo woke del Gobierno.
En diferentes reuniones, Puigdemont ha pedido a los suyos que estén preparados para cualquier eventualidad, incluida la de asumir el coste personal y político de reventar la Legislatura. La relación de Junts con el PP ha mejorado en los asuntos no vinculados al secesionismo. Lógico, porque ambos son de derechas y sus audiencias tienen idénticas posiciones en economía. El desertor parecería entender, además, que matando políticamente a Sánchez podría recuperar buena parte del protagonismo que perdió tras ser derrotado en las catalanas. Conseguida la amnistía, todo lo demás son minucias, medidas que además acaban favoreciendo a Illa, actual presidente de la Generalitat. Si echa a Pedro, puede recuperar parte del respaldo que otrora tuvo CiU y perdió Junts como consecuencia de su alejamiento de la centralidad.
De modo que no hay más salida para Puigdemont. O se entrega otra vez a Sánchez, reiterándole su confianza, o le echa ya de La Moncloa apoyando una moción de censura.
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