Y volvieron cantando
Corrientes internas vendo
Villacís podría haber exprimido a modo de algún escaño municipal el ultimo hálito de su buena gestión
Suele ocurrir que competentes gestores de la vida pública como Begoña Villacís votados por los electores para solucionar problemas y facilitar el acercamiento de administraciones municipales o autonómicas al ciudadano acaban arrumbados en el rincón del olvido más ingrato por un quítame allá cuitas de partido y crisis en las siglas que en su momento los llevaron al poder. Aunque ya ha transcurrido ocho meses, todavía están frescas aquellas emocionadas palabras acompañadas de lágrimas del ex vicepresidente de la Junta andaluza Juan Marín, justo el día siguiente de una victoria del PP con mayoría absoluta trufada con el padre de todos los descalabros electorales cosechado por Ciudadanos, palabras de lógica amargura en quien había sido pieza clave de una gestión y lealtad en el gobierno de Juan Manuel Moreno, premiadas con la más cruda de las indiferencias. El papel de Begoña Villacís como visible número dos en el gobierno del Ayuntamiento de Madrid no se diferencia mucho en lo positivo del desempeñado por Marín en la Junta, pero todo hace pensar que, salvando todas las distancias entre San Telmo y Cibeles, las consecuencias electorales para la formación de la que afirma no haberse ido la mandataria madrileña puede que no difieran demasiado.
Pero a la variante de un partido que casi antes de ayer estaba llamado a llevar el timón de la gobernabilidad en España y no supo manejar los tiempos como exige la política con mayúsculas, se añaden algunos errores propios de la condición humana o lo que es igual, acentuados por la situación de desbandada que parece señalar a los naranjas el camino de otros ilusionantes proyectos como el CDS o la UPyD fagocitados a parte iguales por el rodillo de la política tradicional reflejada en el bipartidismo y por desaciertos como el de confundir la oportunidad de acaparar el centro con la inoportunidad de estar en el medio. Villacís podría haber exprimido a modo de algún escaño municipal el ultimo hálito de su buena gestión, pero su flirteo con la nave nodriza del centro derecha ha degenerado en un disfraz de «corriente interna» al que se le ha visto la cremallera y eso tendrá su coste ante la feligresía naranja, con independencia de ya haber reparado en quien manda en el PP madrileño desde la noche del 4 de mayo de 2021. En política, Begoña, a diferencia del mus se suelen pillar las señas.
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