Los puntos sobre las íes

Cuando te crees Biden y sólo eres Sánchez

Ya está bien de pegarse la vida padre a nuestra costa

Hace dos semanas deambulaba por Londres cuando pasó a mi lado la comitiva del primer ministro, Keir Starmer. Cuál sería mi sorpresa cuando conté tan sólo dos vehículos, dos Land Rover, a los que abrían paso dos motoristas y a los que guarecían por la retaguardia otros dos. Lo normal en una nación en la que el despilfarro del parné del contribuyente es pecado capital, cuando no directamente delito, y donde sus libérrimos periódicos te despedazan si te pasas de la raya. La austeridad de medios me llamó poderosamente la atención porque en España estamos acostumbrados a que hasta el último chupatintas despliegue dos o tres coches con sus correspondientes guardaespaldas. Las comparaciones son siempre odiosas pero algunas resultan escandalosas: Sánchez se mueve habitualmente por Madrid con no menos de 8 ó 10 vehículos, sin contar las motos de acompañamiento. En tiempos, desconozco si ahora también, solía hacerse acompañar incluso de una UVI móvil, megalómana costumbre que viene de antiguo, concretamente de cuando sus socios de ETA asesinaban a troche y moche pero que hoy queda entre obscena y ridícula. Tiene bemoles que quintuplique el despliegue del primer ministro de un Reino Unido que nos guste o no es sustancialmente más importante y rico que España. Paletismo que esta semana se elevó a la enésima potencia cuando para largarse a la Cumbre del Clima en Azerbaiyán se llevó algo más que el enorme Airbus 310 del Ala 45 de la Fuerza Aérea. Que ya está bien. Movilizó también un Falcon, su freudiana obsesión, y no contento con ello, ¡¡¡un Super Puma!!! Hace falta ser un desvergonzado manirroto para irte a un acto en el que se va a hablar del cambio climático con tres aeronaves que sumando ida y vuelta dejarán cientos de toneladas de CO2 suspendidas sobre nuestra atmósfera. Y hay que ser un malversador de dinero público nivel dios, o simplemente estar como una regadera, para hacerte un trayecto de 5.700 kilómetros con un avión grande, un jet y un helicóptero. ¿No hubiera bastado con uno? Digo yo. Dios los cría y ellos se juntan. Begoña Gómez ha debido pensar que no es menos que su marido y el miércoles pasado se plantó en la Asamblea de Madrid con dos vehículos, el suyo y el de escolta. No quedó ahí el dispendio de ese dinero público que, según los socialistas, no es de nadie: desplegaron ¡¡¡50 antidisturbios!!! No sé para qué porque no había un solo manifestante y porque a la Señora se le permitió entrar por el garaje certificando que todavía hay clases. Claro que siempre habrá quien piense que hay que dar las gracias a Don Francisco y a Doña Carmen, perdón, a Don Pedro y Doña Begoña, por no haber optado por los 200 miembros de las UIP que acompañaron a la tetraimputada en su declaración preveraniega ante el juez Peinado. Nada que sorprenda en un sujeto que se estrenó como presidente yéndose en Falcon a Castellón a un concierto de su grupo favorito, The Killers, y a la boda de su cuñado en La Rioja en Super Puma. Todo ello en julio de 2018. Con un par. Uno entiende que Biden o Trump se hagan acompañar por 300 agentes del Servicio Secreto, que viajen en el Air Force One custodiados por cazas de combate, toda vez que todos los malos del mundo se los quieren apiolar. Pero no que un presidente de tres al cuarto, eso es lo que es Sánchez, o su mujer, se crean lo que no son: los Biden o los Trump. Ya está bien de pegarse la vida padre a nuestra costa.