Tribuna

¿Cuántos votarían a Ayuso en Cataluña?

Si las pasiones que levanta en Madrid tuvieran un efecto contagioso en Cataluña, otro gallo cantaría

Si el independentismo catalán da calabazas a Pedro Sánchez o si éste decide tentar a la suerte e ir a unas nuevas elecciones generales, Núñez Feijóo tendrá una segunda oportunidad. Si eso no ocurre, si Pedro Sánchez es reelegido Presidente, a Núñez Feijóo se le va a complicar seguir al frente del Partido Popular. No es que el político gallego sea un mal candidato, es que cuando el rival se sale con la suya se tambalean los cimientos en los que uno se asienta.

Y hay que decir que hay una mujer que lleva un tiempo calentando la banda. Es además la mujer que aupó a Núñez Feijóo tras noquear al Presidente del PP, Pablo Casado. No es que su intención fuera derribar a Casado para entronizar a Feijóo. Pero esa fue la consecuencia. La dirección del PP, con Teodoro García Egea a la cabeza, le echó un puso a la lozana Isabel Díaz Ayuso y ésta se los merendó en un periquete. Lo raro no fue que Ayuso se alzara vencedora, lo sorprendente fue la facilidad con la que los barrió.

Tal vez Feijóo tenga una segunda oportunidad. Y de esa guisa salga vencedor. A poco que recuperara algo de voto o lograra algo de voto prestado de VOX sin duda que podría ser así. Por ejemplo, en la dichosa provincia de Lleida donde el PP se quedó en ascuas. El PP logró cerca del 13 por ciento de los votos en una provincia que reparte cuatro diputados. Dos se los quedó el PSOE con el 30 por ciento de los votos. ERC y Junts lograron un diputado sin llegar al 19 por ciento. El segundo diputado del PSOE hubiera sido del PP a poco que hubieran obtenido dos puntos más. Esto es, el 15 por ciento. Pues bien, en esa provincia VOX se llevó casi el 7 por ciento de los votos. Diría que hay margen y que la posibilidad de que el Partido Popular pudiera arrebatar al PSOE un escaño es mucho más fácil que el PSOE lograra el tercero pese a que Sumar también se quedó fuera con el 7,87 por ciento de los sufragios. Con sólo que esa relación cambiara, esos cuatro escaños que ahora le faltan a Feijóo se reducirían a dos.

Esa es una de las múltiples razones que pueden llevar a Pedro Sánchez a pactar. A menos que la demoscopia dé un vuelco claro a favor del PSOE o que las presiones de la vieja guardia hagan mella en el líder indiscutible del Partido Socialista Obrero Español que, por otra parte, ya sabe cómo es vérselas con Felipe González y compañía.

Si no hay elecciones el 14 de enero, es obvio que, por primera vez, se abrirían de par en par las puertas a que una mujer pueda optar por primera vez –con opciones serias que no es el caso de Sumar– a la Presidencia del Gobierno español. Ocurre que en buena medida las elecciones se juegan en Cataluña. El PSOE le sacó 11 diputados al PP que se quedó sin representación en Lleida. Pero también en Girona. El escaño, en este caso, se lo arrebató Junts al PP por un puñado de votos. A poco que el PP sumara migajas lograría la ansiada representación por la demarcación de Girona, una de las que a menudo le ha sido esquiva.

Probablemente, no estamos ante una sencilla casualidad que Isabel Díaz Ayuso se prodigue en Cataluña. Además de sus constantes apelaciones a esta comunidad. Ahora, además, ha sido invitada con todos los honores a una jornada del Grupo Godó. Lo que a esta hora ha provocado el enojo del Gobierno catalán. Es una evidencia que Ayuso muestra interés por estar presente en Cataluña. La presidenta madrileña incluso llegó a aceptar participar en el programa Fax que se emitía los sábados por la noche en el canal autonómico. Un programa de máxima audiencia muy centrado en la actualidad política. Y aunque finalmente Ayuso se desdijo por motivos que no confesó, dejó clara su impronta y la intención diáfana de tener presencia en Cataluña.

La duda es si la flamante presidenta de la Comunidad de Madrid tendría tirón con su desparpajo en Cataluña y con ese orgullo madrileño que predica a ultranza. Pero hay un dato que invita a pensar que podría tener éxito, su indudable capacidad de atraer electores de VOX sin –al menos hasta la fecha– perder electores por la izquierda. O hacia la abstención. Si las pasiones que levanta en Madrid tuvieran un efecto contagioso en Cataluña, otro gallo cantaría.