El canto del cuco
Cuidar el agua
Pedro Sánchez agota su mandado ignorando hasta ahora el problema del agua, que no se soluciona repartiendo o prometiendo dinero en plena campaña de las elecciones locales y regionales
El Gobierno ha caído en la cuenta, cuando comienza la campaña electoral, de que la pertinaz sequía, herencia seguramente del franquismo, se ha convertido en un gran problema nacional. Falta el agua, imprescindible para la vida. Se pierden las cosechas, las tierras se agrietan, se agotan los embalses y los acuíferos, se secan los humedales y las fuentes, sufren las huertas, y las escasas nubes que cruzan el cielo pasan de largo por la España sedienta, abrasada por un ardiente sol prematuro, sin soltar una gota. Los más sensibilizados sospechan que esto es un aviso manifiesto del calentamiento global. Ante el desolador panorama, el presidente Sánchez, inspirado por sus asesores electorales, decidió convocar un Consejo de Ministros extraordinario para poner remedio a la situación. Tratándose de un Gobierno endemoniadamente laico, reunir al Consejo era más propio, dónde va a parar, que convocar unas rogativas con la bendición de los obispos, si bien la eficacia de una y otra medida puede resultar parecida. El Gobierno de Sánchez no hace milagros; sólo, propaganda.
Esto da pie a pensar que tanta urgencia, con las urnas delante, es sospechosa. Pedro Sánchez agota su mandado ignorando hasta ahora el problema del agua, que no se soluciona repartiendo o prometiendo dinero en plena campaña de las elecciones locales y regionales. Ésta viene siendo la fórmula milagrosa del sanchismo. No hace falta ser mal pensados para sospechar que la reunión obedece, más que a cuidar el agua –¡a buenas horas, mangas verdes!– a intentar remover el caso de Doñana y de los trasvases en busca de algún provecho electoral. En todo caso, esta deliberación extraordinaria del Gobierno podría servir para sensibilizar a la opinión pública sobre la gravedad del problema y la necesidad de establecer un gran pacto nacional del agua en la próxima legislatura. La presente, mejor olvidarla. ¿Qué más nos puede pasar, qué plaga nos falta? Tiene mala suerte este hombre: pandemia, un volcán, la guerra y ahora la sequía. Y, además, con Tezanos destruyendo el CIS y Conde-Pumpido, el Tribunal Constitucional, los dos puestos por él.
Para Tales de Mileto «el agua es el principio de todas las cosas». Sirve para saciar la sed, lavarse y regar las plantas; sin el agua no hay vida. En el cristianismo el agua se bendice y sirve para bautizar a los catecúmenos. Recuerdo que de niño en el pueblo para poder regar la huerta había que dormir a la intemperie junto a la pequeña balsa, para evitar que otro vecino la soltara y te «quitara el agua». A esa sacrificada tarea la llamábamos significativamente «cuidar el agua».
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