V de Viernes

Destructores de presas

Solo en 2021, el Gobierno dinamitó 108 embalses construidos para atenuar el cíclico impacto de la sequía en la población española

Alemania optó por dejar en stand-by sus centrales térmicas, y ahora con motivo de la crisis energética ha decidido reactivarlas siquiera temporalmente para ayudar a sortear la escasez de gas natural derivada de las sanciones de Europa a Rusia con motivo de la guerra de Ucrania. En España, por el contrario, se optó por dinamitar la mayoría de nuestras centrales de carbón, y ahora nos está siendo imposible hacer lo mismo que los alemanes. En materia de embalses la política que está siguiendo el Gobierno de Sánchez es similar a la de las térmicas. Sólo en 2021, la señora Teresa Ribera destruyó 108 de las presas construidas por diferentes gobiernos, desde la época de Franco, como fórmula para combatir la pertinaz lucha que España mantiene desde toda la vida contra la sequía. Lo curioso del dato anterior, es que sólo España destruyó casi la mitad de los 239 pantanos desmantelados en la UE en el mismo periodo. Es decir, que somos líderes absolutos en lo que a aniquilar presas se refiere, dudosa corona de la que Sánchez, Ribera y sus talibanes de la ecología hacen gala pese a la oposición de agricultores, gobiernos locales, poblaciones rurales y defensores en general de que es mucho más importante garantizar el abastecimiento de agua a los ciudadanos en época seca que liberar los ríos para disfrute de anguilas y salmones. El comisario de aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, Ignacio Rodríguez, es uno de los que lo tiene claro, cuando afirma con contundencia que «somos una serie de personas a las que nos gustan los ríos, y no los cacharros, y lo tenemos todo lleno de cacharros».

Los dos siguientes «cacharros» que el gobierno se propone derribar son los del Valdecaballeros y Castilblanco, en la provincia de Badajoz. Los van a destruir pese a la oposición no sólo de los pobladores, agricultores y municipios, sino hasta de la mismísima Junta de Extremadura. Pero nada hay que hacer. En esto la señora Ribera es tan terca como Irene Montero con su «ley del solo sí es si». Ribera no quiere presas, y está dispuesta en ser la primera de Europa en destrucción de embalses. Ya lo ha conseguido, de hecho, pues nuestras cifras de 2021 son claras en relación a cualquier otro país del entorno. Y eso que también somos líderes históricos en materia de sequía. Cabría preguntar a Ribera por cuál es su alternativa o plan para impedir que la sequía arruine a España. No hace falta preguntarle nada, en realidad, porque no tiene plan alguno. Su único plan es que los peces disfruten de los ríos, porque también está claramente en contra de los trasvases de agua entre confederaciones hidrográficas e igualmente parece que no le apasionan las desaladoras. Luego sin proyecto alguno contra la sequía, es previsible que tengamos pronto un problema mayúsculo de escasez de agua, con lo que ello supone de aumento de su precio.