V de viernes

Dictadura digital

Estados y corporaciones avanzan en la implementación de tecnologías que permiten el rastreo de la vida íntima u opciones políticas

China no es la única potencia que avanza hacia la dominación digital bajo argumentos como evitar fraudes, proteger datos, reducir burocracia, salvar a la infancia o regular la inmigración. El problema es que son instrumentos de control a través de programas como el “crédito social”, que premia o castiga conductas. Herramientas voluntarias, pero de las que nadie podrá escapar, so pena de quedarse fuera del sistema, sin acceso al trabajo o a servicios, sin poder realizar gestiones básicas.

En China el “Cyberspace ID” vincula a millones de usuarios en un documento digital, con rostro y número de teléfono, que da acceso, en un clic, a aplicaciones y trámites de todo tipo. India ha optado por Aadhaar, un modelo que permite a 1.300 millones el acceso a subsidios, servicios básicos y cuentas bancarias. Starmer acaba de anunciar en Gran Bretaña un sistema digital de identificación que ciudadanos y residentes deberán presentar para trámites básicos y obtener empleo. La UE implementó ya en 2024 un reglamento que establece un marco de identidad digital en la Unión: la cartera europea de ID para servicios públicos y privados.

La ID es presentada como un avance hacia la convivencia, pero es también una herramienta de control. El CEO de un famoso banco sugería implementar por ID el crédito al carbono, de manera que cada ciudadano reciba un límite de carbono para gestionar su impacto ambiental. Puede servir para eso o para controlar viajes o lo que comemos. Los gobiernos podrán controlar decisiones bajo la excusa de salvar el planeta, a la infancia o a la inmigración.

El problema no es la tecnología, sino su uso, el poder de quien la maneja. Con el añadido de la inseguridad, pues incluso sistemas tan robustos como los estatales o bancarios son vulnerables.

De manera que bienvenidos también a la China occidental. Es preocupante como se avanza en la invasión de la privacidad gracias a tecnologías que permiten el rastreo de la vida íntima u opciones políticas. Hubo una época en que podíamos tomar un tren conservando el anonimato o cruzar una ciudad sin ser grabados. Eso es ya imposible.

Amparado en la protección a la infancia, la UE pone en marcha un control de chats que supone la abolición real de la privacidad digital. Elimina el cifrado de extremo a extremo y permite analizar mensajes, imágenes y videos en los dispositivos móviles, con efecto similar al de abrir y leer una carta, siendo analizada por una agencia con un poder de control que ya hubieran querido el KGB o la Stasi. Ese "reglamento” esconde el riesgo evidente de la vulneración de los derechos civiles mediante la vigilancia de la comunicación privada. Un proyecto a lo chino, que equivale la abolición del secreto de correspondencia de cualquier ciudadano, sea sospechoso o no, cuando en realidad los auténticos delincuentes al control con sus "offline" o "dark room” indetectables.

Con instrumentos de ese tipo, la dictadura digital está la vuelta de la esquina.