
Editorial
Una moción con Junts, pero solo instrumental
Es decir, sólo con el fin primordial de acabar con la actual anomalía política e institucional que representa el sanchismo y con el compromiso formal de convocar elecciones generales en el menor tiempo posible

Entra en el terreno de las hipótesis arriesgadas la posibilidad de que el partido de Carles Puigdemont, por razones que sería ocioso interpretar en este momento, decidiera retirarse de la coalición de investidura y dejara caer a Pedro Sánchez mediante una moción de censura, que tendría que ser acordada con el PP y, por supuesto, con Vox, donde estribaría, sin duda, uno de los obstáculos a superar para las bases exconvergentes. Ciertamente, hay voces en el nacionalismo catalán que vienen alertando del desgaste que supone para Junts su alianza con el Gobierno y no es posible ocultar que en sectores de la izquierda se especula con un posible fracaso en las negociaciones que mantiene el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, ante unas demandas nacionalistas que, en muchos aspectos, rozan la inconstitucionalidad o suponen un agravio comparativo con el resto de las comunidades autónomas que ni siquiera el actual PSOE podría aceptar, bajo riesgo de grave derrota en las próximas elecciones. Llegados a este punto, y sin descartar que las advertencias, cuando no amenazas, de Junts de romper la baraja no sean más que la reiteración de la misma táctica de presión que le ha venido dando resultados, cabe preguntarse cuál debería ser la posición del Partido Popular si llegara a presentarse el escenario descrito. A nuestro juicio, un acuerdo de moción de censura entre Alberto Núñez Feijóo y Carles Puigdemont sólo es contemplable desde un punto de vista estrictamente instrumental y bajo condiciones expuestas a la opinión pública desde la más absoluta de las transparencias. Es decir, sólo con el fin primordial de acabar con la actual anomalía política e institucional que representa el sanchismo y con el compromiso formal de convocar elecciones generales en el menor tiempo posible. Cualquier otra condición, como la elección de la figura de un jefe del Ejecutivo de transición o beneficios políticos para el líder de Junts, debería ser descartada por Núñez Feijóo, como ya hizo, en el último caso, tras su victoria insuficiente tras las elecciones de julio de 2023, cuando rechazó cualquier pacto de legislatura con los nacionalistas catalanes que supusiera una ruptura del ordenamiento jurídico. Cualquier otro escenario supondría el rechazo de los votantes populares, por más que la mayor parte de la opinión pública considere esencial abordar cuanto antes un cambio político que acabe con el actual espectáculo de corruptelas e inoperancia. Con esto no queremos decir que no puedan llevarse a cabo acuerdos de gobierno con el nacionalismo conservador catalán que representa Junts, pero siempre, claro está, que respeten la letra y el espíritu de la Constitución y las decisiones de los tribunales ordinarios. Por lo demás, todo lo que sirva para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos españoles, desde la vivienda a los servicios sociales, pasando por la mejora de la economía y, sobre todo, de un mercado laboral ahora bajo la asfixia ideológica de izquierdas, será bienvenido.
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