Resultados Elecciones Generales 2016

La prioridad de Sánchez y Rivera debe ser dar un gobierno a España

La Razón
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En el debate televisivo que mantuvieron los cuatro líderes en la campaña del 26-J, se comprometieron a que no se repetirían los comicios. De esta manera, se desvanecía el peor de los escenarios posibles: que en un año los españoles fuesen llamados tres veces a unas elecciones generales. El resultado de la pasada convocatoria fue claro y dibujó las tendencias de ascenso, retroceso y estancamiento de los partidos. El PP fue el partido ganador, con 14 escaños más; el PSOE sigue su descenso, con una pérdida de cinco diputados; Unidos Podemos no funcionó como coalición y evidenció su bloqueo, y Ciudadanos pagó su indefinición. Ante esta situación, no existe ninguna fórmula de gobierno que no pase por Mariano Rajoy. Los socialistas y la izquierda populista podrían de nuevo crear la ficción de que pueden ser una opción si suman a todos los independentistas, pero ni el mismo PSOE, o por lo menos sus voces más sensatas, lo aceptaría. Por lo tanto, la tarea de alcanzar una mayoría corresponde al PP y ésta pasa por el apoyo de Ciudadanos y de los socialistas, buscando la fórmula que consideren, pero sumando sus votos o absteniéndose. Hoy Rajoy mantendrá la primera reunión con Albert Rivera, en la que sería deseable que éste aclarase su posición de manera clara. Insistir en el veto como ejercicio de fuerza nos sitúa en el terreno político de lo insustancial, que tan de moda está. Tampoco puede condicionar el futuro de los populares y sus cambios orgánicos y poner el nombre del presidente del Gobierno. Debe hacer valer a sus diputados, pero no al punto de imponer las reglas del juego. Es decir, no se puede chantajear cuando lo que está encima de la mesa es la estabilidad de nuestro país. Ése es el principio que debe prevalecer y del que también debería partir Pedro Sánchez, que se verá con Rajoy mañana en el Congreso de los Diputados. No puede instalarse la idea de que podemos seguir con un gobierno en funciones, a pesar de haberse aprobado –muy acertadamente– los presupuestos y que la sociedad española aceptaría sin que socavase el prestigio del sistema político otras elecciones en las que se repetirían los resultados. Ahora se impone con urgencia que Sánchez clarifique su posición y dialogue. Enrocarse en la idea de que ahora es el momento de Rajoy es una manera de eludir su verdadera responsabilidad. Sin duda que ahora es el momento del líder del PP, pero debe tener un interlocutor dispuesto a dialogar, con madurez y responsabilidad, que supere su posición inamovible de vetar a los populares, que es lo que definió la pasada y fracasada legislatura. El PSOE debe poner sus condiciones para permitir que sea investido Rajoy como presidente del Gobierno, como corresponde a una negociación seria. De no ser así, estaríamos de nuevo ante una operación de distracción. No puede hablarse de derogar la Lomce sin más, sin detallar aspectos que pueden mantenerse, porque todo indica que sólo se busca el bloqueo. Sánchez no puede ocultar la responsabilidad que le corresponde como cabeza del PSOE en que el Comité Federal del pasado sábado decidió que no se abstendría para facilitar el gobierno del PP. Como líder, debe ser él quien marque la posición a seguir y la defienda ante sus votantes. Y debe explicar, sobre todo, cuáles son las consecuencias de impedir un nuevo gobierno y la repetición de las elecciones por tercera vez. No hay mucho margen: o los socialistas permiten que gobierne Rajoy o España entra en un proceso de inestabilidad de graves consecuencias. A partir de hoy, hay que hablar con claridad.