
El canto del cuco
Un encuentro en el Congreso
El próximo congreso del PP es una buena oportunidad. Es seguro que no habrá «cordón sanitario».
El azaroso final del sanchismo, envuelto en corrupciones dentro y repudiado fuera, como se ha visto en la cumbre de la OTAN en La Haya, está asegurando el vuelco político en España sin tardar mucho. El tinglado de la farsa está roto y ya no tiene arreglo. Dentro Pedro Sánchez se refugia en el búnker sin atreverse a pisar la calle, y fuera, en la foto de familia de la Alianza, se le ve orillado, marginado, jugando al «anti-Trump» para consumo interno. Pues ni con esa temeraria rebelión, tratando de vender gato por liebre en sus tratos epistolares con Rutte, va a poder contener la descomposición de su partido, del Gobierno y de la coalición «progresista» que lo sostiene a duras penas.
Los sondeos confirman como inevitable el final del sanchismo. La derecha en conjunto supera ya, en intención de voto, los doscientos escaños, una mayoría abrumadora y creciente, a la espera de más remesas de escándalos en las próximas semanas. El Partido Popular tiene ya garantizados, a estas alturas, más escaños que todas las fuerzas del sanchismo juntas. Esto le da a Núñez Feijóo una gran libertad de movimientos. Pero, directa o indirectamente, necesitará el apoyo de Vox para gobernar. Así que establecer el nivel de relaciones entre los dos partidos de la derecha empieza a ser una tarea política apremiante. El próximo congreso del PP es una buena oportunidad. Es seguro que no habrá «cordón sanitario». El partido de Abascal, con el que se puede discrepar de algunas posiciones radicales, respeta el orden constitucional. Mucho más que Bildu y los otros aliados del Gobierno. Abascal no es menos demócrata que Sánchez. Existen serias dudas de que Sánchez lo sea. Empieza a ser hora de poner las cosas en claro.
Por eso hay que reseñar como normal y conveniente el cordial encuentro informal entre Feijóo y Abascal el miércoles en el Congreso de los Diputados como coronación del curso parlamentario. No es necesario, ni sería conveniente, estar de acuerdo en todo. Basta por ahora con que no se hagan la guerra entre ellos, como viene ocurriendo, y junten fuerzas e ideas para acabar con el adversario común. Nadie puede escandalizarse de esta colaboración que concuerda con la actitud de muchos socialistas históricos que firman estos días manifiestos contra el sanchismo. Tampoco es de antemano perversa la posible colaboración futura en el Gobierno. En Ayuntamientos y Comunidades está dando buen resultado en general. Lo peor que está pasando es el acomplejado sometimiento de la derecha a los falsos e interesados dictámenes de la izquierda.
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