Liga de Campeones

Editorial
Iberdrola, Endesa y Naturgy, propietarias, han acordado solicitar «cuanto antes» al Gobierno la extensión de su vida útil. Será posible, además de gracias a las compañías, por la bajada de la fiscalidad decidida por la Junta de Extremadura que no por el Gobierno. Es una buena noticia
El cierre nuclear patrocinado por el sanchismo es uno de los muchos sinsentidos que han jalonado la peripecia del peor gobierno de la democracia. El legado energético estará marcado para siempre por el apagón que convirtió a la cuarta potencia de Europa en un territorio tercermundista sin que hasta la fecha nadie de la Administración haya asumido responsabilidad alguna en un escándalo neutralizado con opacidad y desinformación desde el poder. Esa desconexión traumática es el epítome de cómo el presidente entiende e instrumentaliza el presente y el porvenir energético. El enfoque nunca ha estado incardinado en la ciencia y la experiencia empírica, sino en la ideología. Nunca ha sido un fin para cubrir las necesidades de una gran nación, sino el medio para servir a una estrategia política divisiva. En ese sentido, la aversión y la estigmatización ciegas de la energía nuclear ha resultado el vértice tradicional sobre el que ha pivotado el presunto discurso ecologista de la izquierda con tintes de lo dogmático a lo apocalíptico para santificar el credo verde e idealizar lo renovable. Hasta en este ámbito de evidente interés de estado se ha levantado un muro para polarizar hasta el extremo el debate de manera que los argumentos científicos fueran arrumbados entre el griterío de la demagogia y el estupor y la maledicencia de la ignorancia y la impudicia. No siempre, pero en ocasiones, el tiempo da y quita razones, por más que este aserto con Sánchez sea poco menos que una chiste. Pero en Europa el peso de la razón, sobre todo por los errores de planificación energética como en Alemania y las urgencias en el suministro provocadas por acontecimientos como la Guerra de Ucrania, han acelerado una catarsis de sentido común en favor de una fuente como la nuclear desprovista a tiempo de falsos mitos y groseras tergiversaciones. Hoy, en el continente, y buena parte del mundo, se la considera un instrumento capital para el progreso y el desarrollo, pero también para el objetivo de un planeta sostenible, avalada como una energía verde. España es casi el único gran país empecinado en una estúpida criminalización sin razón ni fundamento algunos con un calendario de cierres de centrales, condicionado por una campaña de represión fiscal a las eléctricas arbitraria e injusta. La de Almaraz debe ser la primera en presentar la documentación al Consejo de Seguridad Nacional sobre la preparación de la clausura antes de acabe el mes. Iberdrola, Endesa y Naturgy, propietarias, han acordado solicitar «cuanto antes» al Gobierno la extensión de su vida útil. Será posible, además de gracias a las compañías, por la bajada de la fiscalidad decidida por la Junta de Extremadura que no por el Gobierno. Es una buena noticia. Por encima de todo, sirve al bien común en un país que no está libre de la amenaza de nuevos apagones. Ojalá Sánchez lo entienda de una vez por todas.
Liga de Campeones
Cerco judicial al PSOE