Insensateces

Epílogo

Lo que está haciendo Simeone es decirle a nuestros mayores que nos ayudan, que nos dan, que suman, que nada de lo que dicen es intrascendente

Ayer, por la tarde, en el descampado ese que se llama Metropolitano, sucedió. Diego Pablo Simeone superó a Luis Aragonés como entrenador del Atleti. Seiscientos trece partidos. Y la carta llegó a las 19.03 del día anterior. Carta de Simeone a Luis Aragonés. Como si estuviera vivo. Nada hay que explicar al rojiblanco de corazón sobre la hora de la publicación. Le decía El Cholo a Zapatones que, todo esto que vivimos, el Sabio de Hortaleza lo vio venir antes que nadie. Esta historia se repite mucho en todos los trabajos, en todas las oficinas, en todos los andamios, en todas las cocinas. Siempre hay un relevo pendiente, difícil para el que se va, y mucho más difícil para el que llega. Te haces mayor, te sientes superado por lo que viene, dejas poso, pero no sabes si el que venga te lo va a reconocer. Ya no te amoldas a lo nuevo, a las nuevas tecnologías, a lo que está de moda. Te vienen cosas inimaginables, las inteligencias artificiales (que nos suenan imposibles y que son una gilipollez), los soportes digitales, la falta de verdad, en definitiva. Y, resulta, que si no te pliegas, estas hecho fosfatina. Da lo mismo tu bagaje, tu experiencia. Da todo lo mismo. Así que, encontrarte esta carta, esta declaración de respeto, de reconocimiento, de amor, de profunda raíz, es una extraordinaria matriz de colores. Lo que está haciendo Simeone es decirle a nuestros mayores que nos ayudan, que nos dan, que suman, que nada de lo que dicen es intrascendente, que nos aportan con su experiencia tantas posibilidades para resolver problemas que nos sería imposible seguir sin su guía, sin su camino, sin su senda al ritmo de sus pisadas. Es tan hermoso el mensaje que deberían imprimirlo y colocarlo con una pinza en todos los centros de salud, en todos los geriátricos, en todos los hogares donde la gente tenga (donde todos tenemos) a un mayor deprimido, jodido, sólo, medicado hasta las trancas, dormido para que no sufra, derivado a un pseudo hospital para que pase un ratito sin pensar demasiado, estimulado, engañado. Nos ocupamos de la niñez. De la adolescencia. Pero nunca nos enfangamos con esta zona de vida que nos va a tocar. Incómoda, pero cierta. Gracias, El Diego.