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Apuntes

¿Eres rico? Vota a Teresa Ribera

Las clases medias deben entender que su sacrificio es para salvar el Planeta

El 9 de junio se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. La mayoría de los españoles, supongo, votarán en clave doméstica dado el índice de encabritamiento que registra el país tras estos años de benigno gobierno de Pedro Sánchez, ese paladín de la democracia acosada por los fachas con toga, la prensa canallesca, las putas insumisas y los caseros reaccionarios, lo que viene siendo la «fachosfera», vamos. Ahora bien, los que tenemos un nivel no podemos caer en populismos baratos y dejarnos llevar por las pasiones del populacho, sino que debemos pensar en nuestros intereses que, además, son los del Planeta. De ahí que el único voto inteligente debe ser el que se otorgue a la candidata socialista y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, escudo contra el cambio climático y el calentamiento global.

Porque el problema, es que hay mucha gente en el mundo que quiere vivir bien o mejor de lo que vive y ha descubierto que el pulpo a la brasa sabe mejor en Finisterre, la lubina de las playas de Pedra Lisa, en el Nazaré portugués, está de muerte; que no hay nada más bonito que unos campos de lavanda en Brihuega al amanecer, que el arroz, arroz, tiene su exacta textura en los valles alicantinos del interior de la provincia, que, además, parecen Suiza o que no hay nada como un atardecer en la vieja Cuenca, sobre el Júcar. Todo a tiro de coche privado, hotelito rural, apartamento turístico o, si nos ponemos, ruta en autocaravana. Y la cosa va a más, porque nos llegan inmigrantes a cientos de miles de allende los mares con las mismas pretensiones que aquellos españolitos de Franco que querían un utilitario y un apartamento en la playa. Estarán conmigo, y con Teresa Ribera, en que el asunto no es sostenible y que esas insolidarias clases medias van a tener que aceptar que el pulpo es un ser inteligente, que el CO2 es un gas de la muerte y que comer carne de vacuno es la vía directa a la extinción de la Tierra tal y como la conocemos.

Es cierto que en otros países de la UE, donde van mucho más adelantados ecológicamente que nosotros, crecen los partidos de extrema derecha, con el campo sublevado y los obreros que quedan votando a Meloni o Le Pen, pero eso, a los que somos ricos, no nos debe desalentar, al contrario. Hay que proclamar con fuerza que Teresa Ribera es el instrumento perfecto para despejarnos las autovías, las mesas de los buenos chiringuitos de playa o las plazas de estacionamiento en las hermosas ciudades europeas. Nosotros, los ricos, debemos aspirar a ir en coche particular, aunque sea eléctrico, a disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida sin tanto personal como hay en todas partes, que poner la sombrilla en Benidorm se ha puesto más difícil que escalar el Everest, que también está petao de turismo.

Sé que el planteamiento puede parecer en exceso clasista, incluso, de un egoísmo de aurora boreal, pero tenemos que convencernos y, sobre todo, hacer que los pobres se lo crean, de que luchamos por la salvación del Planeta y por legar a las nueva generaciones una vida en la que no tendrán muchas cosas reales, más allá del mundo virtual, pero serán más felices. Lo dicho, el voto para Teresa Ribera, aunque nos cueste perdonarle que subvencionara esos malvados combustibles fósiles en cuanto vio que peligraba la supervivencia del Gobierno.

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