Editorial
Un escudo social que alimenta la pobreza
La política social de la izquierda ha sido mala para los españoles por ideológica e intervencionista. Con Sánchez somos más pobres
No se cansa la izquierda de adjudicarse el título de campeón en avances sociales en contraste con la derecha que, según su relato, se preocupa de primar al poderoso y de abonar la miseria del necesitado. Este maniqueísmo de andar por casa, vestigio atávico en retóricas trasnochadas, es una rara avis en las democracias civilizadas del siglo XXI, pero el sanchismo ha reverdecido las viejas dicotomías y añejas etiquetas para sacar provecho electoral gracias a un poderoso aparato mediático. En ese contexto, ha encajado el denominado escudo social, del que ahora se aprueba su prórroga con medidas que en resumidas cuentas se concretan en gratuidad de servicios públicos, subvenciones y limosnas fiscales a cuenta del pelotazo tributario con el que socialistas, comunistas y sus socios han minado las economías de las empresas y de las familias. En medio el teatro habitual entre PSOE y Sumar para ver quién levanta la bandera de la izquierda más populista con los impuestos a la banca y a las eléctricas o la extensión del gratis total especialmente para los jóvenes, pero no solo, de por medio, además de más prohibición de los desahucios vulnerables y del corte de suministros básicos, esto en comandita con los proetarras de Bildu. Llama poderosamente la atención, aunque deberíamos estar acostumbrados, que este decreto tan relevante para el Gobierno no haya merecido un mínimo contacto con el primer partido del país, cuando hace unos días el presidente y sus ministros se desgañitaban contra Feijóo a cuenta de un apremiante encuentro en Moncloa. El sanchismo manifiesta su desprecio por el PP, sus votantes, el Parlamento y, en suma, las instituciones y los usos democráticos. Nada nuevo en quien actúa con la determinación de que la alternancia sea inviable. Pero si algo deja en evidencia este renovado plan anticrisis es lo que supone de enmienda al discurso económico triunfalista del Ejecutivo y su liderazgo como locomotora europea. Cómo es posible que un estado con esa pujanza financiera, artífice de hitos en empleo, precios, crecimiento, déficit y, en definitiva, prosperidad y bienestar, deba fortalecer un blindaje social que ya dura años. Si los españoles vivimos cada día mejor, con un saludable y holgado balance financiero, en qué términos encaja el plan de choque y emergencia. La verdad es otra, la que los españoles padecen en su día a día y que las estadísticas sin maquillar constatan. El escudo se justifica porque el sanchismo cuenta en su debe con el mayor índice de pobreza infantil de la zona euro, tercero en personas en riesgo de exclusión, la mayor pérdida de poder adquisitivo y renta per cápita ajustada, el mayor aumento de la presión fiscal, así como el liderazgo en tasa de paro de la OCDE y el récord de aumento de la deuda. Como guinda amarga, haber quedado fuera de las 15 economías principales del mundo. La política social de la izquierda ha sido mala para los españoles por ideológica e intervencionista. Con Sánchez somos más pobres.
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