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¿Especulación ecologista?

Que llegue desde Madrid la orden de destrozar nuestro paisaje solo conseguirá que aumente el odio hacia Sánchez

El Club de Mar de Sitges es una pequeña construcción de una planta que data de 1952 y que está en el paseo marítimo. A los autóctonos de esta pequeña población catalana nos gusta caminar por el paseo junto a ese edificio. A un lado, nos queda el mar y, al otro, sus arcos de estilo vintage y su pequeña piscina. Esa mezcla de azules y arquitectura modesta, confortable, a escala humana, hace sentir al paseante como si estuviera en un film amable de Jacques Tati. Hizo famoso al pueblo como una Costa Azul más asequible y ha atraído una prosperidad turística incontestable.

Ahora, llega desde Madrid una orden del Ministerio de Transición Ecológica diciendo que hay que derribar perentoriamente ese hermoso decorado antes del próximo 2 de junio porque está muy cerca del mar. La orden es aún más absurda atendiendo a que el minúsculo edificio fue declarado bien de interés local por su valor arquitectónico y que la Iglesia y los museos del pueblo están todavía más cerca del agua. El asunto puede leerse como minucia local, pero tiene más proyección de lo que parece, porque en su momento se nos dijo que todo este carísimo sistema de gobierno autonómico (que alimenta inmensa maquinaria) se montaba para acercar la administración gubernamental al ciudadano y proteger a sus casos específicos.

El Club de Mar le gusta a todo el mundo en Sitges. Si el gobierno lo que desea es cabrear a la gente, lo único que tiene que hacer es enviar contra él sus excavadoras.

Que llegue desde Madrid la orden de destrozar nuestro paisaje solo conseguirá que aumente el odio hacia Sánchez. Luego, se quejarán de que tengan éxito los discursos que proponen emanciparse de Moncloa, pero la imagen del tirano lejano que destroza la casa propia es muy infecciosa.

En los últimos tiempos, Sitges está experimentando una especulación inmobiliaria formidable y la gente empieza a preguntarse si el Ministerio de Transición Ecológica no se está sumando a ser cómplice de toda esa especulación bajo un hipócrita ecologismo solo fingido. Derribar el Club de Mar, obviamente no ayudará en nada a la ecología. No valen excusas burocráticas. Si se quiere proteger nuestro paisaje, debe detenerse esa orden en el acto y enviar al inepto que la ha cursado inmediatamente a limpiar letrinas. Que es probablemente el trabajo más adecuado para el que seguramente siempre estuvo capacitado.