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Sin Perdón
«Sánchez tiene un comportamiento autoritario que se inscribe en lo que se conoce como el despotismo democrático»
La democracia se puede definir por lo que es, pero también por lo que no es. Otra cuestión es determinar su calidad. No hay duda de que España es una democracia, pero hay aspectos muy inquietantes que afectan, precisamente, a su calidad. Hace unos días tuve el gran honor de ingresar como académico de número en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España con un discurso sobre «La separación de poderes y el futuro del Estado de Derecho». Al finalizar el acto, se me acercaban los asistentes para felicitarme por la valentía de mis palabras. Estos comentarios de magistrados, fiscales, catedráticos, políticos y empresarios me dejaron tan perplejo como preocupado. En una democracia nunca puede ser un gesto de valentía defender la separación de poderes y el Estado de Derecho. Lo hice desde una perspectiva estrictamente académica y era el resumen de un libro de 700 páginas donde desarrollo tanto la evolución de la limitación del poder desde la Antigüedad como la realidad actual, así como la teoría del Estado y de la Constitución. No era un acto político, sino una reflexión en el marco de la institución que presidía Manuel Pizarro y que fue fundada en 1730.
En sus sillones se han sentado juristas de las diferentes ramas del Derecho. Ha sido y es el máximo exponente de la cultura jurídica española y un referente imprescindible para todos los países hermanos del otro lado del Atlántico. He reflexionado bastante sobre lo sucedido, ya que enlaza con las opiniones que vierto en mis artículos periodísticos. ¿Hasta qué punto está en riesgo la democracia en España? Es habitual señalar que la UE es una garantía y que no corremos el riesgo de acabar como algunos países de Iberoamérica. Es algo que señalo habitualmente cuando en conferencias o en otras ocasiones me plantean la situación. Lo que es cierto es que una mayoría de la sociedad española está muy inquieta por las decisiones y los comportamientos de Sánchez y su gobierno. Al margen de percepciones, hay elementos objetivos que muestran una deriva autoritaria que no es incompatible con la democracia, aunque comporta un deterioro del sistema. Las formaciones radicales, tanto en la derecha como en la izquierda, que han irrumpido en Europa en la última década, ponen en cuestión el Estado de Derecho y representan una exacerbación del patriotismo en unos casos mientras que en otros sus planteamientos son similares a los populismos de izquierdas de Iberoamérica.
Sánchez tiene un comportamiento autoritario que se inscribe en lo que se conoce como el despotismo democrático. Es bueno recordar que la democracia no consiste solo en votar, ya que no es un cheque en blanco para atropellar la separación de poderes e imponer unas mayorías en detrimento del Estado de Derecho. Este sábado centenares de asociaciones convocaron una manifestación para exigir elecciones. Por supuesto, el Gobierno y su aparato propagandístico consideran que no son más que lo que denominan zafiamente la fachosfera, aunque estaba el partido que ganó las elecciones. Hay un malestar como nunca había existido, ya que es la primera vez que la estabilidad de un Gobierno depende de las cesiones que haga a partidos que son enemigos de la Constitución y querrían, como han manifestado en numerosas ocasiones, la destrucción de España. Es lo que quieren los independentistas vascos y catalanes, pero es bueno incluir la agenda radical de los comunistas de Sumar y Podemos, así como de los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA.
Sánchez ha normalizado la mentira como instrumento de acción política. Ha destruido las convenciones democráticas que se habían mantenido desde la Transición hasta nuestros días y que son un indicador de la calidad de una democracia. Hay una serie de indicadores internacionales en esta materia como son la calidad de las normas y del Estado de Derecho, el control de la corrupción, la eficacia del Gobierno, la estabilidad política, la transparencia y el buen gobierno, la seguridad jurídica y la rendición de cuentas. La realidad objetiva es que hay un claro deterioro en todos los indicadores a pesar de la propaganda gubernamental y el excesivo fervor del aparato de medios de comunicación. Ha desaparecido cualquier atisbo de imparcialidad e independencia en las instituciones del Estado, ya que han sido colonizadas por Sánchez y sus aliados. No existen criterios de mérito y capacidad, sino que hemos asistido a un continuado asalto de la Administración para convertirla en un instrumento al servicio de políticas partidistas y clientelares.
Hay un claro desprecio al Parlamento y a los grupos que no apoyan al Gobierno. La calidad de las normas es deplorable. A esto se añade un ataque a los jueces, llegando a situaciones de un claro linchamiento político, y hay un descarado intento por controlar el Poder Judicial como ha sucedido con el Ministerio Fiscal y el Tribunal Constitucional. No solo no se combate la corrupción, sino que hay casos muy graves que afectan tanto al PSOE como al Gobierno. La situación del hermano y la mujer de Sánchez no tienen parangón en ningún país de la UE. Sucede lo mismo con el sectarismo, el dogmatismo y el radicalismo. Las instituciones no están para servir a un partido o un gobierno, sino a la sociedad. No existe una mayoría gubernamental coherente y una hoja de ruta, sino una mera obsesión por la supervivencia política de Sánchez. La Constitución se incumple, como sucede con la negativa a presentar el proyecto de Presupuestos del Estado, y se abusa de la excepcionalidad de los decretos leyes. Estos ejemplos y otros muchos permiten constatar que existe una deriva autoritaria y que consideran que una democracia es solo votar en las elecciones. Hay un deterioro de la calidad democrática. Es lógico que la mayoría de la sociedad esté preocupada por la crisis del Estado de Derecho y la separación de poderes.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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