Y volvieron cantando

García Page

Hoy por hoy, solo hay un nombre claramente desmarcado del sanchismo que ha parado el golpe en el tsunami del pasado domingo

Coincidí con Emiliano García Page hace décadas cuando me tocaba abandonar la información local de Toledo para emigrar hacia la información nacional de Madrid y el hoy flamantemente renovado presidente castellano manchego tomaba posesión como jovencísimo concejal en el ayuntamiento toledano, dentro de un elenco del grupo municipal socialista que, a decir verdad, no era precisamente homogéneo en torno a la figura del entonces alcalde Joaquín Sánchez Garrido alejado del paraguas de José Bono en una época en la que la región comenzaba a abrirse a la España autonómica y a las ansias de modernidad vía «FEDER» por cada curva de carretera y la entrada de cada pueblo. García Page es un dirigente socialista de raza crecido al albur del velocirraptor político Bono, del que fue asimilando las mejores enseñanzas y a cuya sombra comenzó a tejer una más que prometedora carrera, de esas que no tienen prisas pero saben pulsar las pausas y en las que el rastreo y posterior manejo de los tiempos acaba forjando dirigentes sin pies de barro, en una comunidad autónoma tradicionalmente conservadora como se ha venido demostrando en sucesivos comicios generales, pero bien amarrada durante décadas por un Bonismo que hizo prácticamente intratables frente a sus rivales a las siglas del PSOE en las convocatorias de elecciones autonómicas, gracias al pésimo ojo del partido popular a la ahora de consolidar un líder en la región –desde los Rupérez o García Tizón han desfilado unos cuantos coyotes frente al correcaminos– y al olfato de quienes desde una marca de la izquierda han sabido conectar con el cuartel de la Guardia Civil y con el convento de monjitas para las que no faltaba en la visita de turno un reloj de la junta.

Page –como Bono en su día– tiene todas las aspiraciones intactas para aprovechar su momento y desde luego la más que probable demolición del sanchismo si el «23-J» no salen las cuentas de la Moncloa, va a requerir de un perfil tanto capaz de recomponer los muchos cristales rotos en el ADN del PSOE como de recuperar el espacio sociológico que en otro tiempo ocupó el partido de los González, Redondo Terreros, Guerra, Bono y en su medida Rubalcaba entre muchos. Hoy por hoy, solo hay un nombre claramente desmarcado del sanchismo que ha parado el golpe en el tsunami del pasado domingo. Hay cuatro años para muchas pensadas desde Fuensalida.