
Y volvieron cantando
Gobierno-Junts, desgaste de materiales
Junts tiene más claro y meridiano que nunca el descalabro del separatismo frente a la bolsa de Illa recogiendo nueces
Carles Puigdemont tuvo claro desde la mismísima noche electoral de las pasadas generales que los escaños de Junts en el Congreso resultarían los más caros de nuestra democracia en términos de coste para el sistema constitucional y los españoles, tanto para apuntalar la investidura de Sánchez como para agilizar algunas iniciativas parlamentarias posteriores, excepción hecha de los Presupuestos, pero lo que no llegó a ponderar el prófugo de la justicia y ahora empieza a pesarle como una losa de metal, fue la variante de no conseguir arrancarle a Sánchez la presidencia de la Generalitat tras los últimos comicios catalanes, con el resultado de una llegada de Illa al palacio de Sant Jaume que ha dinamitado a posteriori todo el argumentario independentista, sencillamente porque las nada despreciables exigencias de Junts al Gobierno de Sánchez en favor de Cataluña, además de no traducirse en un aumento de las expectativas para el partido de Puigdemont –más bien todo lo contrario– afianzan día a día al frente de la Generalitat a un president que no llegaba precisamente con la vitola de carismático líder, pero cuya gestión se está viendo directamente beneficiada por los «logros» del fugado, empezando por las escandalosas quitas de deuda que ahora permiten bajar impuestos en esta comunidad en la línea de la criticada Madrid y acabando por un reparto de menores inmigrantes que tiene en pie de guerra a la mayoría de comunidades frente al botón decisorio que La Moncloa le ha brindado a Warterloo.
Junts tiene más claro y meridiano que nunca el descalabro del separatismo frente a la bolsa de Illa recogiendo nueces y sabe que, aun no siendo conveniente poner en cuestión la permanencia de Sánchez en la presidencia del Gobierno, la ruptura con éste debe escenificarse ya. Se acabó la hora de los amagos y de los pasos adelante o atrás. Línea que no es única en esta formación porque no hay más que detenerse en el principal hilo argumental del encuentro entre el líder de ERC, Oriol Junqueras, y el propio Puigdemont. O se cambia de estrategia en el seno del independentismo, o el PSC gobernará Cataluña por los restos y, lo que es peor, arrumbando al rincón del olvido cualquier nueva intentona de declaración unilateral de independencia o amago de referéndum. Lo que es bueno para Illa puede complicar a Sánchez su ya de por sí renqueante legislatura.
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