El bisturí

El gran pasado como gestor de Alberto Núñez Feijóo

Núñez Feijóo fue por aquellas fechas un líder entre los líderes, destacando en una generación de políticos sanitarios de ensueño

Aunque ha prodigado sus apariciones públicas desde que fue aclamado líder del Partido Popular (PP) en sustitución de Pablo Casado, y de que cuenta con un amplio bagaje político cosechado durante su etapa como presidente de la Xunta de Galicia, la figura política de Alberto Núñez Feijóo sigue siendo aún algo desconocida entre una parte importante de la población. Particularmente, entre los más jóvenes. Tuve la oportunidad como periodista de seguir muy de cerca sus pasos hace ahora exactamente 27 años y doy fe de que allá por 1996 ya apuntaba maneras y acumulaba dotes de gestión que, con el paso del tiempo, le han llevado a donde está ahora: a contar con aspiraciones serias de convertirse en presidente del Gobierno tras las elecciones generales de diciembre. Recuerdo que su anterior desembarco en Madrid fue un caramelo envenenado. José Manuel Romay Beccaría, a la sazón ministro de Sanidad del primer Gobierno de José María Aznar, tiró de él para dirigir nada más y nada menos que el Insalud antes de que se completaran las transferencias sanitarias a todas las autonomías. El Insalud eran entonces un gigante con los pies de barro, un monstruo que gestionaba miles de millones de las antiguas pesetas para garantizar el funcionamiento de cientos de hospitales y centros de salud en la mayor parte de la geografía española, pero que adolecía ya entonces de reglas rígidas y obsoletas que entorpecían su rumbo. Justo las que le había legado el PSOE y aplicaba con alma de burócrata su antecesora en el cargo, Carmen Martínez Aguayo, que hoy cumple condena por el escándalo de los ERE de Andalucía. La tarea encomendada a Núñez Feijóo era ardua. Tenía que reflotar un barco que empezaba a navegar a la deriva, especialmente tras la última y sonada huelga médica protagonizada contra el Gobierno socialista, intentar modernizarlo en lo que se pudiera, y dejarlo listo para que las comunidades lo recibieran sin que la atención a los pacientes sufriera merma de calidad alguna. El hoy máximo responsable de los populares supo dar con la tecla. Con ayuda de consultoras, trazó planes estratégicos, apretó las tuercas a los gerentes con contratos-programa en el que se endurecían los objetivos asistenciales, trató de mejorar el rumbo de la atención primaria otorgando una mayor capacidad de resolución a los centros de salud y luchó hasta el final por insuflar al sistema una agilidad de la que adolecía. El hoy presidente del PP demostró una habilidad innata para consensuar reformas con los sindicatos y su papel fue mayúsculo en la elaboración de una ley que permitió la gestión privada de los centros y que contó con el visto bueno de un PSOE que en aquellos momentos daba muestras de una mayor responsabilidad que ahora. Es la Ley 15/1997 que Unidas Podemos quiere hoy tumbar. La falta de tiempo y el rechazo de las organizaciones médicas le impidieron rematar la faena e inyectar esa mejora gestora a los hospitales antes de sus transferencias. Su intento, tumbado más tarde por la timorata Celia Villalobos, fue loable. Núñez Feijóo fue por aquellas fechas un líder entre los líderes, destacando en una generación de políticos sanitarios de ensueño a la que pertenecían Guillermo Fernández Vara –consejero extremeño–, Iñaki Azkuna –consejero vasco ya fallecido– o el catalán Eduard Rius. Lo hizo, además, rodeándose de los mejores, con Rafael Matesanz, Javier Dodero o el también fallecido Albino Navarro como escuderos de lujo.