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Iberoamérica busca la libertad

La intoxicación populista, junto al paternalismo exterior y el victimismo interior que denunció hace años Carlos Rangel han hecho olvidar que el liberalismo latinoamericano es cualquier cosa menos una novedad

La izquierda rabiará ante su destino esquivo, como se vio con el Premio Nobel de la Paz concedido a María Corina Machado, pero Iberoamérica parece alejarse del antiliberalismo. Bolivia es un capítulo reciente. No es el descubrimiento del liberalismo, sino su redescubrimiento.

La intoxicación populista, junto al paternalismo exterior y el victimismo interior que denunció hace años Carlos Rangel en «Del buen salvaje al buen revolucionario», en efecto, han hecho olvidar que el liberalismo latinoamericano es cualquier cosa menos una novedad.

A finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX el liberalismo era relevante en América Latina, como analiza Gabriela Calderón de Burgos en su libro, «En busca de la libertad. Vida y obra de los próceres liberales de Iberoamérica», que publica en Colombia la Editorial Crítica.

Investigadora del Cato Institute, Calderón denuncia el victimismo, conforme al cual «la víctima es libre de culpa, libre de responsabilidad», que predispone contra la apertura social y económica, y contra la asunción de responsabilidades. Buscando siempre chivos expiatorios «no logramos salir de la adolescencia».

Repasa la vida y la obra de diez precursores liberales: el arequipeño Juan Pablo Viscardo y Guzmán; el caraqueño Francisco de Miranda; el bonaerense Juan Hipólito Vieytes; el guariqueño Juan Germán Roscio; el porteño Manuel Belgrano; el guayaquileño José Joaquín de Olmedo; otro guayaquileño, Vicente Rocafuerte; el yucateco Lorenzo de Zavala; el guanajuatense José María Luis Mora; y el payanés José Ignacio de Pombo y Ante.

De biografías diversas, y en no pocos casos aventuradas y apasionantes, el liberalismo está presente en todas estas figuras, muchas lectoras de Smith y de Montesquieu. Defienden en su mayoría el libre comercio frente al proteccionismo, y los frenos al Estado. Varios fueron monárquicos y tuvieron mucha vinculación con España y los españoles, como Belgrano o Rocafuerte, ambos, por cierto, católicos –subrayó Rocafuerte: «La libertad política, la libertad religiosa, y la libertad mercantil son los tres elementos de la moderna civilización»–.

Las advertencias contra la tiranía, contra los mensajes populistas igualitarios, y contra los impuestos elevados dan la razón a Gabriela Calderón cuando apunta que los «dilemas de filosofía política a los que ellos se enfrentaron están con nosotros todavía», y cuando avisa: «Llegan al poder políticos enarbolando la bandera de la libertad para luego darse la media vuelta y olvidarse de los límites del poder».