
A través del espejo
Incendios de nieve
Solo por esta vez, el Gobierno podría ser práctico, alejarse de grandes anuncios y conformar un grupo de trabajo para poner en marcha las medidas que reclaman los ingenieros de montes y los forestales
Veranear frente a un mar de aguas cristalinas, en un lugar donde el sol esté garantizado y con buena gastronomía. Así es el destino favorito de los españoles que estas semanas ven con rabia e impotencia cómo arden los montes en un mes de agosto que ya ha superado al verano en el que se batieron todos los récords, el de 1994. Aquel año, en el que murieron 19 personas como consecuencia de los incendios, marcó un punto de inflexión. Dos décadas después ha quedado demostrado que queda mucho por hacer. Se ha aprendido a luchar contra el fuego, pero no a evitarlo.
Sólo un 22 por ciento de la masa forestal cuenta con un proyecto de ordenación. La Fiscalía investiga si esta circunstancia agravó los incendios y, como ocurrió en la dana de Valencia, muchos municipios, especialmente los más pequeños, no tenían planes de prevención de inundaciones actualizados.
Si preocupante es que no se haya avanzado en el ámbito de la prevención, todavía lo es más que mientras el fuego arrasa pueblos enteros la batalla política se centre en qué Administración tiene más responsabilidad.
El balance todavía no definitivo de hectáreas quemadas supera las 400.000. ¿Se pueden evitar estos fuegos incontrolables? La respuesta que dan los expertos es clara. Sí. La gestión de las masas forestales es una asignatura pendiente en España y además genera enfrentamientos con sectores que defienden que su protección pasa por la mínima intervención.
Los incendios más graves, con la excepción de Asturias, se han producido en autonomías gobernadas por el PP y, como ocurrió en la riada del pasado mes de octubre, la coordinación entre las regiones y el Gobierno central ha sido manifiestamente mejorable.
Pensar que el Pacto de Estado sobre la emergencia climática propuesto por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puede resolver esta cuestión es ser muy optimista. Principalmente porque es más probable que veamos incendios de nieve que un gran acuerdo entre partidos.
Me pregunto además si las consecuencias de la riada no fueron suficientes para plantearlo entonces. ¿O es que aquel día el cambio climático no tuvo nada que ver?
Solo por esta vez, el Gobierno podría ser práctico, alejarse de grandes anuncios y conformar un grupo de trabajo para poner en marcha las medidas que reclaman los ingenieros de montes y los forestales. Quizás no salgan grandes titulares, pero sí acciones para que los bosques pasen de ser un polvorín imposible de controlar a un territorio que tiene mucho que aportar a la economía de las zonas rurales.
Al menos, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parece decidido a visitar las zonas afectadas por los incendios, en las que arrasó la dana aún le están esperando.
✕
Accede a tu cuenta para comentar

Financiación autonómica
Madrid es la región que más aporta, pero no es de lejos la que más recibe

Polémicas vacaciones