El canto del cuco

La investidura más triste

El líder socialista ha mostrado el instinto totalitario de acabar con la oposición para perpetuarse en el poder.

La investidura de Pedro Sánchez ha sido la más tormentosa de toda la historia democrática. Sus antecedentes hay que buscarlos en algunas sesiones de las Cortes republicanas en vísperas de la Guerra Civil. En el Congreso de los Diputados han vuelto a configurarse con nitidez las «dos Españas» irreconciliables. El palacio de la Carrera de San Jerónimo estaba erizado de policías y por las esquinas asomaban los que protestaban contra el impopular líder socialista agitando banderas españolas. El protagonista accedía a la sede de la soberanía nacional por la puerta de atrás. El escenario se compaginaba con el ambiente de crispación que se respiraba en el Hemiciclo. Ha desaparecido la concordia constitucional.

Fue tremenda la intervención de Santiago Abascal, líder de Vox, y significativo el portazo de sus parlamentarios. Vox es el pretexto de Sánchez para seguir en el poder y no dar paso al ganador de las elecciones. Es la excusa perfecta para impedir una alternativa política en España. Sus ataques a Feijóo han superado todos los límites del espíritu democrático y la dignidad política. El líder socialista ha mostrado el instinto totalitario de acabar con la oposición para perpetuarse en el poder. El discurso de Alberto Núñez Feijóo ha sido memorable, digno de ser editado, distribuido en Europa, como el «Yo acuso» de Zola, y figurar en una antología parlamentaria.

La sombra de la amnistía, que es alargada como la del ciprés de Delibes, ha ensombrecido la sesión y amenaza con ensombrecer y encanallar toda la legislatura, que se presenta azarosa. Pocos creen que haya marcha atrás. Son más los que sospechan que el pacto con la extrema izquierda y con los separatistas catalanes y vascos forma parte de un plan, más o menos estructurado, de cambiar el sistema político que rige en España, basado en la Constitución del 78 bajo la Monarquía parlamentaria en un régimen de opinión pública. Lo de la amnistía y demás pactos, negociados en Bruselas con Puigdemont, el prófugo de la Justicia, a cambio de siete votos, no es más que el principio del plan, cuyo seguimiento se hará desde Suiza con un mediador internacional. Falta conocer el alcance de los «pactos encapuchados» en el País Vasco y otros detalles no menos peligrosos, que tienen en ascuas a jueces, policías y fiscales. De ahí la alarma en la calle y la evidente crispación en el Congreso de los Diputados durante la investidura de Pedro Sánchez, al que le entró una extraña e inquietante risa histérica en la tribuna de oradores. Ha sido, con mucho, la investidura más triste que se recuerda.