
El bisturí
La izquierda radical es la piedra de Sísifo del Gobierno
Mónica García lleva camino de destrozar definitivamente la sanidad si nadie lo impide
Aunque se ha apuntado a la alianza con los independentistas como uno de los principales males del Gobierno de Pedro Sánchez, el gran lastre que realmente le aprieta como una soga, el que de verdad amenaza con hundirle en el fondo del turbulento río de la política, el que se ha convertido en su particular piedra de Sísifo en el duro camino de la permanencia en Moncloa, es el contubernio forzado con la ultraizquierda. Sumar, Más Madrid, Podemos y otros sucedáneos están causando al PSOE un destrozo sideral con su radicalidad, su incompetencia a la hora de gestionar y su inconsistencia manifiesta al hacer siempre lo contrario de lo que pregonan, y eso ya lo han pagado Sánchez y sus huestes en las urnas y lo seguirán pagando aún más en el futuro. El efecto sorpresa de Podemos empezó hace años a disolverse como un azucarillo. Hartos de las incongruencias del partido fundado por Pablo Iglesias, los ciudadanos empezaron pronto a darle la espalda, alcanzando el cénit de la pérdida de electorado en Madrid, en donde Isabel Díaz Ayuso ha sido siempre un muro de contención frente a la demagogia izquierdista, el no pasarán, pero a la inversa de en la guerra. Como esta comunidad y poco a poco el resto del país dejaron de creer en los que decían que iban a regenerar la política, la solución taumatúrgica fue un intento de blanqueo. Si la marca fallaba, había que inventar otra para hacer desde ella lo mismo que se había hecho hasta entonces por las clases bajas: nada. Surgieron entonces Sumar y otros grupúsculos locales, como Más Madrid, que, inasequible al desaliento, prioriza aún sus ataques a la presidenta madrileña, sin percibir que tal estrategia no hace más que fortalecerla. A más gritos contra Ayuso, menos votos para la izquierda ultra, como bien percibió el grupo del PSOE encabezado por Lobato, que fue depurado por el aparato sanchista. El resultado de esta diversificación de denominaciones no ha sido mejor que el obtenido por la marca originaria. Hace diez años, la izquierda radical llegó a superar los seis millones de votos. En 2023, el apoyo cayó a apenas tres millones, una tendencia que va a más. La consecuencia subsiguiente de esta debacle ha sido la lucha cainita, el bellum omnium contra omnes, una guerra de todos contra todos o de todas contra todas con Pablo Iglesias moviendo los hilos, Ione Belarra tocando mientras el barco se hunde como la orquesta del Titanic, Irene Montero pontificando pese a ser una de las causantes del desastre, Yolanda Díaz recibiendo todas las tortas por intentar salvar su futuro político mediante la sumisión al presidente del Gobierno, y Mónica García agazapada e intentando sacar tajada para seguir viviendo en la poltrona unos años más. El perjuicio para el PSOE es manifiesto porque la proximidad con tal elenco de grupos políticos le está contagiando la radicalidad, lo que despeja el camino del centro a la derecha. También porque los ministros forzados a los que incluyó en el Gobierno son un cero a la izquierda que erosionan su imagen ante la ciudadanía, como ya ocurrió con Montero y la ley del sólo sí es sí. Díaz no pasará a la historia por sus grandes gestas, ni Ernest Urtasun, Pablo Bustinduy, Sira Rego o Mónica García. Los cuatro primeros transitan con más pena que gloria y la última lleva camino de destrozar definitivamente la sanidad si nadie lo impide.
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