La situación

Las joyas electorales del 28M

«La victoria en Madrid se considera un hito de ámbito nacional para quien la consigue»

Por motivos del calendario electoral, en Madrid siempre se vota en municipales y autonómicas días después de que se celebre la fiesta de la Comunidad el 2 de mayo. Así, la tradicional recepción en la Puerta del Sol se convierte, en jornadas como la de ayer, en una especie de Berlín de la Guerra Fría, donde todo el mundo sospecha de todo el mundo. Es natural que así sea. Hay mucho en juego.

Madrid no es una autonomía que brotara por razones históricas, como la catalana, la vasca, la andaluza o la gallega. La Comunidad de Madrid es un artificio –como lo son otras autonomías– que sirvió para aportar cierta igualdad a un modelo de Estado descentralizado. Sin embargo, el paso de los años ha hecho que el sentimiento de comunidad –que nada tiene que ver con el sentimiento nacionalista excluyente– se haya solidificado, y Madrid es ahora un territorio con una acentuada personalidad propia: madrileñismo español, o españolidad madrileña. Y, lo más importante: la victoria en Madrid se considera un hito de ámbito nacional para quien la consigue.

Los sondeos publicados (como el de La Razón de ayer) auguran, en general, buenas perspectivas para el PP en su objetivo de gobernar la Comunidad en solitario. Para lograrlo, los populares necesitan merodear la mayoría absoluta, y alcanzar esos porcentajes de voto no es fácil en un escenario político muy polarizado y con tantos partidos en competición.

Aun así, los populares confían en mantener Madrid y Murcia, sus dos comunidades en disputa el 28 de mayo, y tienen el foco situado en otra joya de la corona electoral: la Comunidad Valenciana. Es ahí donde se juega, en buena medida, qué partido se podrá considerar como vencedor del 28M. Si el PSOE retiene el poder en ese territorio levantino, Pedro Sánchez elevará sus expectativas de victoria para las elecciones generales de diciembre. Si, por el contrario, el PP consiguiera el vuelco, las posibilidades de Feijóo se acrecentarían, dominando tres autonomías determinantes por su número de votantes y su influjo político: Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana. Hoy, todo está en el aire.