La situación
La Justicia «comprometida»
«Desde el poder están ansiosos por elegir a los administradores de la Justicia “sobre la base del compromiso con el programa de Gobierno”»
Será difícil que algo nos sorprenda. La capacidad de un ciudadano español para pasmarse está colmada, gracias a (o por culpa de) las cosas que nos pasan, que son muchas, y ninguna de menor cuantía política. Pero el episodio del fiscal general del Estado ha forzado, y mucho, la capacidad de las columnas del Estado para soportar el peso de las presiones que se le acumulan.
Durante ese proceso, y con lo que aún queda por delante, hemos asistido, y asistiremos, a un ejercicio transparente (eso es muy de agradecer), consistente en retirarse las caretas y aclararnos que los jueces han de adoptar sentencias que gusten a quien ostenta el poder político, siempre que tal poder político esté ostentado por quienes tienen la ideología política correcta, que son aquellos que ahora lo ostentan (sálvese la deliberada reiteración).
En la Alemania de 1935, el poder judicial pasó a ser controlado por el Ministerio de Justicia del Reich, que decidía cada nombramiento y establecía la disciplina aplicable a los 14.000 jueces de los 2.500 tribunales del país.
Tiempo antes, al triunfar la revolución soviética en 1917, el nuevo poder comunista creó los «tribunales revolucionarios» y los «tribunales del pueblo», designados y controlados por los soviets, a veces compuestos por obreros y campesinos, para evitar que la justicia la administraran los jueces.
No hace tanto, en 2016, el triunfante Podemos de la época propuso formalmente algo no muy alejado de aquellas ideas: «Los altos cargos judiciales y fiscales (Fiscal General del Estado, Magistrados del Tribunal Constitucional, Vocales del Consejo General del Poder Judicial, Fiscal Especial Anticorrupción, Fiscal del Tribunal de Cuentas, Abogacía General del Estado, etc.) serán designados por consenso entre el Gobierno y las fuerzas parlamentarias, sobre la base del compromiso con el programa de Gobierno».
Esa música y esa letra de Podemos no se alejan mucho de los exabruptos que estos días se emiten desde el poder y sus alrededores, ansiosos por hacer algo que no sea muy distinto de elegir a los administradores de la Justicia «sobre la base del compromiso con el programa de Gobierno». ¿A quién le preocupa la separación de poderes?
