Las correcciones
Kamala, Trump y la culpa de Biden
Con un partido que cierra filas en torno a una única candidata surge la pregunta de si Harris es la adecuada para el trabajo
«Lo hemos conseguido Joe, hemos derrotado a Donald Trump». Le dijo Kamala Harris a Joe Biden tras ganar las elecciones de 2020. Es difícil que se repitan estas palabras en 2024. Gran parte del horizonte oscuro que se cierne sobre el Partido Demócrata recae en el propio Biden. Como ha analizado Justin Whitley Holmes, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Northen Iowa, en estas páginas su carácter testarudo le impidió darse cuenta de que había llegado la hora de dejar un trabajo para el que se había preparado los últimos 40 años. No escuchó a aquellos que intentaron explicarle que su conexión con electorado estadounidense se estaba esfumando. Y es que, a lo largo de su dilatada carrera política, Biden se ha rodeado de una pequeña camarilla de asesores, que al igual que su leal esposa, Jill Biden, no le decían las verdades del barquero. Ya sea por cinismo (muchos perderán ahora su trabajo) o por la influencia del anillo (resistencia humana a desprenderse del poder).
La decisión de no presentarse a un segundo mandato, aunque dramáticamente tardía, es acertada, y da al Partido Demócrata una oportunidad de encontrar un rival a la altura del desafío que supone una competición contra Donald Trump. Con un partido que cierra filas en torno a una única candidata, Kamala Harris, surge la pregunta de si es la persona adecuada para el trabajo. Puede que sea la opción más pragmática para un partido horrorizado por la imagen penosa que han ofrecido en estos días. Pero ¿cuáles son los méritos de Kamala Harris? Lord Darroch of Kew, embajador británico en Estados Unidos (2016-2019), ha recordado estos días en «The Times» lo que muchos llevan diciendo desde hace tiempo que su campaña para la nominación presidencial de 2020 fue una calamidad. Pese a partir como favorita, su incapacidad de articular un discurso coherente le dejó rápidamente sin apoyos y sin dinero. Conclusión, se retiró antes de las primarias. Fue rescatada después por Biden como vicepresidenta, pero su trabajo, ciertamente ingrato, ha sido poco memorable. Como cuando fue preguntada por qué no había visitado la frontera sur en plena crisis migratoria y respondió que tampoco había ido a Europa. Frente a un Trump que es una auténtica fuerza de la naturaleza dotado de una enorme intuición política, los demócratas necesitan a alguien capaz de elaborar un discurso tan eléctrico como el Yes We Can de Barack Obama o de convencer a todo un auditorio como lo hacía Bill Clinton. Dicen que hay dos tipos de líderes, los naturales y los que han ido escalando posiciones desde dentro del sistema. Kamala, exfiscal y exsenadora por California, pertenece a este segundo grupo.
La historia nos deja el recuerdo de Harry Truman quien fue un vicepresidente mediocre, pero cuando tuvo que tomar el testigo por la muerte de Franklin Roosevelt en 1945 supo estar a la altura de las circunstancias. La diferencia es que aquí no heredará el cargo automáticamente, sino que tendrá que enfrentarse a una competición. Truman, no obstante, deja otra revelación. En marzo de 1952 renunció a ser candidato a la reelección por el desgaste con la guerra de Corea. Aunque lo hizo ocho meses antes de las elecciones, no pudo cambiar el destino de su partido. Kamala no va a ganar las elecciones, pero Trump (si se equivoca) sí puede perderlas.
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