El canto del cuco
La «Ley Sánchez»
Será la pesada carga, hasta el final de sus días, que llevará sobre sus hombros el aprendiz de brujo que fabricó un «Gobierno Frankenstein»
La posteridad conocerá al presidente Sánchez por la ley del «Sólo sí es sí». Figurará en los libros como la «Ley Sánchez». Bajo su mandato se elaboró y se aprobó, y, bajo su mandato, se corrigió, a base de remiendos, con la ayuda de la derecha, después de haber comprobado sus desoladoras consecuencias. Es además la ley que ha puesto de manifiesto la desunión profunda en el Consejo de ministros y la división airada en las fuerzas de izquierda y en el movimiento feminista. A partir de este desacuerdo clamoroso, con miembros del Gobierno votando contra el Gobierno en el Parlamento, puede darse por fracasado el experimento del Gobierno de coalición, llamado de progreso. De Gobierno de coalición ha pasado a Gobierno de colisión. Y semejante despropósito, por si no hubiera otros desafueros pendientes, cuestiona seriamente la reelección de Pedro Sánchez en diciembre. ¿Qué pretende este hombre? ¿Repetir la experiencia? ¿Para qué? Así, pues, por sus efectos y por la alarma social que ha generado, esta ley, corregida tarde y mal, que ha beneficiado a los delincuentes sexuales, se convierte en la estrella indiscutible de la legislatura sanchista.
El desacuerdo público entre el ala socialista y el ala podemita del Gobierno, que tuvo su más ostensible representación en las manifestaciones feministas del pasado miércoles, 8 de Marzo, a la vista de todos, confirma la inviabilidad de este Gobierno que preside Sánchez. Entre ellos sólo tienen en común el miedo y el odio a la derecha. O lo que Ortega llama el «eco del odio», que es el desprecio. El arrinconamiento y la soledad de las dos ministras de Podemos –Montero y Belarra– expuestas en el banco azul del Congreso, cuchicheando entre ellas con gesto preocupado mientras se consumaba la rectificación de «Sólo sí es sí» con la ayuda de la derecha, habría sido la señal de la ruptura de la coalición en cualquier país europeo serio. Pero aquí rige la resistencia como suprema virtud política. La ejercen tanto el presidente Sánchez como sus socios de ocasión. Las dos partes están dispuestas a resistir y ver quién rompe primero. Habrá que esperar a ver qué pasa en los comicios de mayo.
La «Ley Sánchez», corregida y aumentada, junto con la «Ley Trans», tan discutida o más que la anterior, será la pesada carga, hasta el final de sus días, que llevará sobre sus hombros el aprendiz de brujo que fabricó un «Gobierno Frankenstein», que no le iba a dejar dormir y que un día se le volvió incontrolable. Ha fallado el experimento y se llevará al autor por delante.
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