
Los puntos sobre las íes
Mafia 1-Democracia 0
Pichones ellos, cayeron en la trampa del capo di tutti capi
Cada segundo que pasa me gusta más el lema elegido por los spin doctors de Génova 13 para simbolizar la manifestación que inundará mañana la madrileña Plaza de España: «Mafia o democracia». Ciertamente, Sánchez y su banda son una organización criminal, de poca monta por su nula sofisticación, pero organización criminal al fin y al cabo. Y por eso hay que respaldar todos a una la iniciativa del PP y gritar como un solo hombre, como una única mujer, «¡basta ya!». ¡Basta ya de robar! ¡basta ya de autocracia! ¡basta ya de blanquear a los asesinos de 856 españoles! ¡basta ya de cesiones a los sediciosos! ¡basta ya de invadir otros poderes del Estado! ¡basta ya de prostituir el Constitucional! ¡basta ya de descojonar nuestra arquitectura institucional! ¡basta ya de asaltar empresas privadas con cargo a nuestros impuestos! ¡basta ya de intentar asfixiar a los medios críticos! Eso sí: sigo preguntándome porque, en lugar de organizar protestas callejeras cada dos por tres, que acaban aburriendo al personal, no organizan de una puñetera vez una gran marcha sobre Madrid que meta en La Castellana un millón de personas. Sociológica y demoscópicamente sería un tiro. Dicho todo lo cual, chapeau por una iniciativa más necesaria que nunca dado el hedor cada vez más insoportable que llega desde la Carretera de La Coruña, donde se levanta ese feísimo conjunto de caserones que es La Moncloa. Por eso, qué quieren que les diga, me resulta absolutamente incomprensible que los barones autonómicos del principal partido patrio no dieran unánimemente plantón a una reunión con la mafia en la Conferencia de Presidentes –con Cosa Nostra no se va ni a heredar a Pablo Escobar– que tenía como único objetivo lavar la imagen de Pedro Sánchez y dividir al enemigo. Y a fe que lo consiguió. La consigna de Feijóo a sus virreyes era facilita de asimilar porque sólo tenía dos epígrafes: exigir un adelanto electoral y negarse a implementar esa paletez que supone tener que usar pinganillos en una convención en la que todos hablan español. Cuca Gamarra llamó uno a uno a los mandamases autonómicos con estas instrucciones. ¿Y qué ocurrió? Pues lo de siempre en la cainita derecha: que cada uno hizo de su capa un sayo. María José Sáenz de Buruaga, Gonzalo Capellán, Alfonso Rueda, Marga Prohens y Juanma Moreno emplearon el traductor simultáneo, cosa que no hicieron sus restantes ocho compañeros. El colmo de la gilipollez fue contemplar al asturiano Barbón hablar ¡en bable!, que ni es lengua ni es na. Para variar, Ayuso se quedó más sola que la una. Se las piró de la sala cuando el lehendakari, un Imanol Pradales de inconfundible apellido euskaldún, empezó a parlamentar en vascuence. Un sobresaliente cum laude a la presidenta madrileña que dejó para la historia una argumentación memorable: «El pinganillo es un esperpento para hacernos sentir extranjeros en nuestra propia casa». Y, por si fuera poco, rechazó los besos que le quería dar una pistolera Mónica García que, como todo Más Madrid, habrá llamado no menos de 50 veces «asesina» a la presidenta madrileña. Al divide y vencerás contribuyeron notablemente el barón riojano Gonzalo Capellán y Antoni Costa, número 2 de Marga Prohens. El primero, un socialdemócrata que sería feliz en el PSOE, no sólo se calzó el pinganillo sino que, además, desobedeció la orden de pedir elecciones. El segundo acusó a Ayuso de «buscar confrontaciones». ¿Qué necesidad tenían de acudir a una cita en la cumbre que no sirve para nada? Pichones ellos, cayeron en la trampa del capo di tutti capi. El resultado del encuentro es claro: Mafia 1-Democracia 0.
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