Al portador
Mario Vargas Llosa, historia de un liberal sin complejos
El escritor al que los más ignaros solo recordarán por aquello de «¿Cuándo se jodió el Perú?», de «Conversación en la catedral», enhebró una radiografía casi perfecta de ciertos movimientos políticos
Mario Vargas Llosa (1936-2025) fue muchas cosas en su vida, además de escritor, premio Nobel de Literatura y apasionado de las mujeres, aunque alguna le provocó decepciones intelectuales. El peruano, por otra parte, también fue un gran liberal, sin complejos, ni pelos en la lengua y sus escritos lo atestiguan. El mejor homenaje es recordarlos. «Que haya un voto libre no significa que los ciudadanos siempre voten bien. Muy a menudo votan mal y eligen no lo mejor, sino lo peor», afirmaba días antes de que Donald Trump irrumpiera por primera vez en la Casa Blanca en enero de 2017. Meses después arremetía contra el populismo, que «es, ante todo, la política irresponsable y demagógica de unos gobernantes que no vacilan en sacrificar el futuro de una sociedad por un presente efímero».
El autor de obras tan deslumbrantes como «La fiesta del chivo» o tan exigentes como «La casa verde», siempre fue muy crítico, desde el liberalismo, con los nacionalismos. En 1994, ya escribía que «el nacionalismo es la cultura del inculto, la religión del espíritu de campanario y una cortina de humo detrás de la cual se anidan el prejuicio, la violencia y a menudo el racismo». El paso del tiempo ya ha ratificado cada una de esas palabras y también a «los nacionalismos como forma extrema de la irracionalidad política», según apuntaba en El País, en 2004. Hace casi diez años, en octubre de 2016, en las páginas del mismo diario, advertía que «hay un error gravísimo en creer que el progreso consiste en combatir la riqueza. No, el enemigo con el que hay que acabar es con la pobreza y, por supuesto, con la riqueza mal habida».
El escritor al que los más ignaros solo recordarán por aquello de «¿Cuándo se jodió el Perú?», de «Conversación en la catedral», enhebró una radiografía casi perfecta de ciertos movimientos políticos: «Esa entelequia –escribía en 2015– indescifrable llamada peronismo, un sistema parecido al antiguo PRI (Partido Revolucionario Institucional) mexicano, en el que caben todas las variantes del espectro ideológico, de la extrema derecha a la extrema izquierda, pasando por todos los matices intermedios». Eludió hacerlo, pero podría haber incluido fenómenos europeos extremos, todavía muy actuales, de derechas y de izquierdas. Frente a eso apuntaba que «solo abandonan el poder absoluto, con la facilidad con que él acaba de hacerlo, aquellas raras personas que, en vez de codiciarlo, desprecian el poder». Hablaba de Benedicto XVI y su renuncia, que admiraron al gran liberal Vargas Llosa.