
Tribuna
Las mentiras del 5%
Este Gobierno intenta compensar su debilidad, aunque sea solo parcialmente, trasladando sensibilidades internas, que supone rentablemente populares, a la esfera internacional

Todos los actores principales del aumento de las próximas inversiones en Defensa mienten, si es que por mentira entendemos decir solo las medio verdades que más favorecen sus intereses particulares. Ya desde los tiempos de la Guerra Fría, la defensa de Europa –de sus libertades y prosperidad– ha venido recayendo desproporcionadamente en manos americanas. La situación estratégica actual está marcada por la confluencia de tres factores: el cansancio de amplios sectores del pueblo norteamericano por contribuir con tropas y Tesoro a la mencionada protección de Europa, la creciente amenaza rusa de un revivido imperialismo y la mala conciencia europea de haber vivido prácticamente gratis bajo la sombrilla americana. El populista presidente Trump encabeza con amenazas y malos modos la reivindicación norteamericana mientras el Sr. Putin lidera el revanchismo ruso, del que la invasión de Ucrania no es el primer episodio y probablemente no será el último si es que le seguimos dejando hacer. Ante la acometida de estos dos líderes, los aliados europeos –con la apreciable contribución de Canadá– tratamos de aumentar los medios de defensa del Continente, pero haciéndola compatible con intereses propios más o menos confesables. El resumen es que todos mienten o disimulan en un cierto grado que trataremos de descifrar a continuación.
El Sr. Trump ha encontrado la fórmula mágica para defender Europa: que todos invirtamos el 5% de nuestro PIB en armarnos, aunque ellos tampoco alcancen esta cifra actualmente. Es difícil rebatir este porcentaje solidario, pues no surge tras un proceso analítico, sino que es más bien un concepto. El 5% es, pues, simultáneamente mentira –pues no ha sido obtenido racionalmente– y a la vez verdad, pues la defensa de Europa por los europeos ha estado temerariamente descuidada por una ideología rayana en el pacifismo. Si sustituyéramos 5% por la palabra «más» –inversión para defendernos–, no habría objeción, aunque correríamos el riesgo de que cada nación la interpretase a su manera, como ha venido haciendo España últimamente con gobiernos tanto del PSOE como del PP. Los modales del Sr. Trump hacen que sus exigencias afecten frecuentemente la dignidad europea, pero responde a la situación actual y está originada por la pasada negligencia de las naciones de la UE.
¿Cómo han recibido los aliados europeos el ultimátum de la administración norteamericana actual, cuya voluntad y medios militares continuarán siendo necesarios todavía durante muchos años? El Secretario General de la OTAN, el holandés Rutte, ha adoptado dos líneas maestras: evitar el enfrentamiento frontal con Trump, pero rebajando el 5% a un más realista 3,5% de inversión en armamento a alcanzar en un plazo de diez años y dedicando el restante 1,5% a infraestructuras de utilidad militar compatibles con el uso civil de las mismas. Se evita así el choque frontal con un conceptual 5%, al que no cabría más posibilidad que oponer otro concepto igualmente arbitrario, lo que con Trump siempre es peligroso. Y todo este proceso se desarrolla en un clima creciente de mea culpa europea por haber imaginado un mundo geopolítico irreal y barato.
Esta transición se está viviendo en España bajo un Gobierno débil, de orientación «progresista», que arrastra herencias ideológicas pacifistas totalmente anacrónicas con la situación internacional actual. Este Gobierno intenta compensar su debilidad, aunque sea solo parcialmente, trasladando sensibilidades internas, que supone rentablemente populares, a la esfera internacional. El JEMAD ha declarado hace unos días que con el 2,1 del PIB bastaría para alcanzar los objetivos de capacidad inmediatos que nos demanda la OTAN. Como conozco a esta Almirante, no me cabe duda de que este cálculo militar de factibilidad –que es clasificado– es correcto. Pero paralelamente, el Sr. Sánchez está insistiendo en la UE para incluir actividades como la lucha contra el cambio climático, la represión antidroga o la inmigración ilegal en este 2,1 que para nuestros aliados es puramente militar. Técnicas de truhan que a la vez intentan embaucar a socios de gobierno y Alianza. Posiblemente algunos aliados europeos piensen que este 5% es excesivo y planeen sustituirlo por una «más» inversión de su propio diseño y calendario; pero temo que recuerden también que España ha estado muchos años a la cola de la inversión militar –por debajo de la mitad del nivel común acordado–, así que las acusaciones de Trump contra nosotros van a encontrar comprensión. Algunos opinarán que si España ha estado viviendo de las rentas largo tiempo, ahora nos toca aportar más.
Desafortunadamente, la defensa colectiva de Europa ante una amenaza clara y creciente se está planteando exclusivamente en el campo de las inversiones militares. Pero hay otras cuestiones que son tan vitales como estas últimas. Un mando operacional conjunto que responda ante una sola autoridad política europea –colegiada o individual– y la planificación coordinada de las inversiones militares son aspectos que requerirían, como mínimo, la misma atención que las inversiones militares, pero que están siendo descuidados. Prepararse para un conflicto a medio plazo, tanto en su faceta más deseable de disuasión que evite que estalle, como en la más dolorosa de prevalecer si aquella falla, va a requerir afrontar más verdades que las que oímos últimamente.
Ángel Tafalla, Académico correspondiente de la Real de Ciencias Morales y Políticas y Almirante (r).
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