
Letras líquidas
Sin Ministerio de la Verdad
«Sea su propio reportero, cuéntenos que ha pasado». La línea entre la afición y la profesionalización empezó a desdibujarse y ahí fue donde empezó todo
Se han establecido tantos paralelismos entre «1984» y los acercamientos del poder político al control de los medios de comunicación que cualquier referencia a la distopía de Orwell resulta aburridísima. Y es una pena. Pocas referencias son tan completas y precisas para explicar y entender la necesaria separación que debe existir entre ambos espacios: cuánta mayor distancia se fije, mejor salud democrática habrá. En los sistemas occidentales más consolidados no cabe la más mínima duda teórica, sin embargo, la práctica y sus muchas imperfecciones han ido desarrollando algunas cuestiones que permiten que se filtren las dudas. Y una de las vías por la que las tentaciones controladoras de la libertad de expresión se van colando en el siglo XXI es la tecnología.
Podríamos fijar el principio de esa confusión en el poder que dieron las cámaras de los móviles y las redes sociales: ir filmando lo que pasaba, reproducirlo y tener la capacidad de publicarlo generó la falsa apariencia de que con eso bastaba para hacer periodismo. «Sea su propio reportero, cuéntenos que ha pasado». La línea entre la afición y la profesionalización empezó a desdibujarse y ahí fue donde empezó todo, pero luego, claro, vino mucho más, que se plasmó en esa pérdida de conciencia de lo que suponen la libertad de expresión y el derecho a la información, de lo que son y representan los medios, el cuarto poder, y cuya virtud principal es la de ejercer como garantía frente a los otros tres poderes. Y es en ese punto donde se sitúa el error de comprensión que lo altera todo: la protección es para los ciudadanos, no para los periodistas. Por eso, porque afecta a todos, es tan importante que los límites estén bien marcados, por eso es tan importante que el poder político no regule los medios, por eso es tan importante que solo exista el control del público y el de los tribunales y por eso es tan importante que puedan mantener su plena independencia y libertad. Pero, no se preocupen que, pese a todo, no voy a mencionarles el Ministerio de la Verdad.
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