
Ventanilla única
El mundo al revés
En el Gobierno siguen a lo suyo, señalando a los propietarios, a los pisos turísticos y a los supuestos especuladores en vez de mirarse a sí mismos, los verdaderos culpables de la situación
El presidente del Gobierno prometió que iba a solucionar el problema de la vivienda con su varita mágica preferida: la demagogia. Y los que están pagando esta soberbia vuelven a ser los de siempre, los hogares más vulnerables, que el Gobierno ha conseguido que se extienda a la mayoría de la clase media, cada vez menos media.
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Pedro Sánchez prometió durante la última campaña electoral que iba a solucionar el problema habitacional con su milagroso plan intervencionista, que incluía la construcción de 240.000 pisos sociales. Dos años después, la vivienda social sigue siendo un sueño, el plan no arranca, la vivienda se ha colocado como el primer problema de los españoles, el 90% de los jóvenes no puede acceder a una vivienda, los alquileres están imposibles y la propia Comisión Europea pone en duda su viabilidad antes incluso de que arranque. Solo con las medidas previas que ha tomado el Gobierno ya se ve lo que puede empeorar la situación: hundimiento de la oferta, precios disparados, penalización de la inversión e inseguridad jurídica creciente contra los propietarios, a los que el Gobierno ve como unos viles especuladores a los que hay que atacar, mientras mantienen intocables los asaltos de los okupas. El mundo al revés.
Ayer mismo, el Consejo Europeo difundió un informe que sitúa a Barcelona y Madrid –junto a Lisboa– como las ciudades de la Unión Europea donde más porcentaje del sueldo destinan sus habitantes a la vivienda, hasta un 74%, muy por encima de ciudades como Luxemburgo y Fráncfort (ambas con 34 %), Helsinki (35 %) o Viena (37 %) –y ya sabemos la diferencia de sueldos y nivel de vida que nos separa–. Y el precio del alquiler ha subido un 72% en la última década, superando la media de la UE (58,33%). Pero en el Gobierno siguen a lo suyo, señalando a los propietarios, a los pisos turísticos y a los supuestos especuladores en vez de mirarse a sí mismos, los verdaderos culpables de la situación.
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