Ventanilla única

Yolanda Díaz, hasta el infinito y más allá

Sus formas han vuelto a poner en pie de guerra a los empresarios, hartos ya de que sus ingeniosas gracias las acaben siempre pagando ellos, pero también a los sindicatos, que ya la han recriminado que no haya abierto un proceso formal de negociación

Yolanda Díaz ha decidido convertir el tiempo que le quede al frente del Ministerio de Trabajo en una cruzada personal en la que pretende llevar a cabo sus consignas extremistas caiga quien caiga, y si tiene que enfrentarse a los empresarios y retar –al menos de cara a la galería– a los sindicatos lo va a hacer y retorcerá la legislación que haga falta para ello. «España avanza en las reformas que revolucionarán el mercado laboral. Estamos haciendo lo que nunca se ha hecho», ha presumido varias veces con su habitual vanidad, que roza la megalomanía ideológica, amparada en ese manido y maniatado todo por el pueblo y para el pueblo. Pero ese pueblo tiene que vivir y comer, y solo es posible con empleo.

Díaz quiere que su nombre pase a los anales de la política como la adalid del obrero del siglo XXI. Ya hizo de las suyas cuando tras la caída humillante de la reducción de jornada en el Congreso de los Diputados decidió salvar parte de la norma haciendo una reducción en diferido a través del endurecimiento de las condiciones del registro horario usando una fórmula que evita pasar por el control parlamentario. Y pretende hacerlo también con el Estatuto del Becario si las negociaciones con patronal y sindicatos no fructifican. Un clásico ya en ella, que cuando no logra poner de acuerdo a todas las partes, toma la iniciativa y decide unilateralmente por su cuenta, como hace ya varios ejercicios con la subida del salario mínimo interprofesional, que se salta las reglas marcadas por el propio Estatuto de los Trabajadores y lo aprueba amparada en un supuesto comité de expertos nada imparcial en busca de alcanzar el 60% del sueldo medio que, por cierto, ningún país de la Unión Europea cumple en términos reales. Ahora vuelve a la carga con la ampliación de los permisos de trabajo. Esta semana se sentarán en la mesa de diálogo social para abordar la ampliación del permiso por defunción hasta los 10 días y el nuevo permiso por cuidados paliativos de hasta 15 días. Pero sus formas han vuelto a poner en pie de guerra a los empresarios, hartos ya de que sus ingeniosas gracias las acaben siempre pagando ellos, pero también a los sindicatos, que ya la han recriminado que no haya abierto un proceso formal de negociación sobre estos permisos y han advertido que cualquier cambio implica la modificación del Estatuto de los Trabajadores.

La CEOE la acusa directamente de «saltarse a la torera» el diálogo social con «otra ocurrencia» más. Que no será la última, porque la revolución laboral de la líder de Sumar solo tiene un límite, el suyo, hasta el infinito y más allá.