El buen salvaje

El nuevo Rey

Felipe VI no necesita unanimidad sino consenso, ese palabro. Fueron a comer arroz a la albufera. Algo así como un Palomares sin Meyba. Con otras palabras, ya que los eruditos de la Corte sabrán descifrarlo como corresponde (o no), para mí ese fue su discurso

Cuando hace diez años el Rey Felipe cogió la Corona aún se pensaba que sería Juan Carlos el que tendría de alguna manera el mando (a distancia por lo que se vio después), pero afortunadamente no fue así. Acabaría siendo el anterior monarca una marioneta de tantas gentes y tantos sentimientos (la pasión de un hombre maduro es literatura y cine, Edward G. Robinson y Joan Bennet en «la mujer del cuadro») a pesar de que en su día fue el capo en el buen y en mal sentido de la palabra. Soy de los que piensa que se le hará justicia por mucha «poitrine» que enseñara Bárbara Rey, pero en las encuestas el elefante se balanceaba hacia el lado de la guillotina.

Cuando todo se daba por perdido aparece el nuevo Rey dispuesto a cambiarlo todo. El Estado se desmoronaba en cada esquina, de lo de Cataluña le debemos el discurso del 3-O de 2017 y de lo de Valencia que España apareciera cuando ya se creía que se había mezclado perdida, sin rumbo, en el lodo. Felipe VI y su familia intentan ganarse, con mucho éxito, la corona por cómo manejan la institución, no les vale con que sea una herencia por los siglos de los siglos. El Rey navega entre una insufrible polarización que sin él sería casi una guerra abierta entre la izquierda «woke», la derecha caníbal, un poco ñoña, y el centro, vacío como el de un donut. La monarquía está ya lejos de esos lugares de los que los ciudadanos huyen.

Lo mejor que pudo hacer la alcaldesa de Catarroja fue quejarse de esa forma tan idiota cuando los Reyes fueron sin avisar. La alcaldesa tonta. La más tonta de todas las alcaldesas. Felipe VI no necesita unanimidad sino consenso, ese palabro. Fueron a comer arroz a la albufera. Algo así como un Palomares sin Meyba. Con otras palabras, ya que los eruditos de la Corte sabrán descifrarlo como corresponde (o no), para mí ese fue su discurso. En el Palacio Real. La casita de Zarzuela, además de fea, está contaminada.