El trípode del domingo
Octubre: Rosario para acabar con las guerras
El papa encomendó el rezo del Rosario para conseguir la victoria y desde entonces tras fijar ese día inicialmente como dedicado a Nuestra Señora de las Victorias, se convirtió en la fiesta de la Virgen del Rosario.
Estamos en el mes de octubre, mes dedicado por la Iglesia con especial atención al rezo del Rosario. Está motivado por varios acontecimientos que se encuentran en la Historia de manera destacada, y sucedidos precisamente en este mes. Uno de ellos fue el 7 de octubre de 1571, día en el que se libró la gran batalla de Lepanto por el dominio del mar Mediterráneo, entre el imperio Otomano y una flota que convocó el papa san Pío V como una cruzada a la que correspondió muy especialmente el rey de España Felipe II con su hermanastro Juan de Austria al frente. El papa encomendó el rezo del Rosario para conseguir la victoria y desde entonces tras fijar ese día inicialmente como dedicado a Nuestra Señora de las Victorias, se convirtió en la fiesta de la Virgen del Rosario. El otro gran acontecimiento de la Historia que vincula el Rosario a octubre es Fátima. Un 13 de octubre se produjo allí el gran milagro de la «danza del sol», anunciado a los tres pastorinhos para que la gente creyera que era Ella efectivamente quien se les aparecía y que ese día se les presentó como Nuestra Señora del Rosario. Unos días después triunfó la revolución bolchevique para los comunistas el «octubre rojo».
De esta manera, los «errores de Rusia», anunciados por la Virgen, se convirtieron en el comunismo ateo marxista -leninista, pidiendo la Virgen la consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón para «impedir su expansión por el mundo». Otra muy destacada fecha también de octubre será el día 31 de 1942 en plena Segunda Guerra Mundial, desencadenada por no haber sido atendida la petición de Consagración de Rusia para evitarla. Ese día Pío XII consagró el mundo para acortar la guerra y el inmediato mes de noviembre de 1942, con las tres derrotas sucesivas del Eje en el Alamein (norte de África), Stalingrado (URSS) y Guadalcanal (Japón), marcaron un punto de inflexión decisivo para el desarrollo final de la guerra. Hubiera bastado que el Papa Pío XI efectuara la Consagración pedida de Rusia para que esa guerra se hubiese evitado. San Juan Pablo II hizo una en 1984, tras coincidir el atentado que sufrió, con la fecha –13 mayo– fiesta de la Virgen de Fátima, de 1981. Y se desplomaron el Muro de Berlín y la misma URSS como «castillos de naipes» sin violencia ninguna. Rusia y la guerra remiten a Fátima; y la guerra de Oriente Próximo comenzó el 7 de octubre, fiesta de la Virgen del Rosario. No es más gasto en armamento lo necesario para que acaben las dos guerras: sino el Rosario.
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