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Odio difundir rumores, pero ¿qué se puede hacer con ellos?

Los rumores apuntan a que Sánchez aceleraría la reforma de la justicia para garantizarse durante años una fiscalía del Estado afín

Amanda Lear, cantante, modelo, pintora, actriz y escritora francesa de ascendencia vietnamita, que también posó para Salvador Dalí (1904-1989), decía que «odio difundir los rumores, pero ¿qué otra cosa se puede hacer con ellos?». Josep Pla (1897-1981), el mejor cronista parlamentario de la II República, escribió en febrero de 1934, en una de sus crónicas para La Veu de Catalunya, que «Madrid está saturada en estos momentos de rumores catastróficos. Nos encaminamos, si lo que dicen es cierto, a una conmoción de gran intensidad». «Muchos años después», que diría García Márquez (1927-2014), las palabras de Lear y Pla suenan muy actuales en los primeros embates de la canícula madrileña que anuncia el verano de 2025. La conmoción –de mucha intensidad– empezaron a sufrirla el PSOE y el propio Pedro Sánchez la semana pasada, cuando el informe de la UCO –minucioso y documentado– desnudaba miserias, algunas sórdidas, de prebostes socialistas, de ayer y de hoy, Ábalos y Cerdán, pero sobre todo muy cercanos, durante demasiado tiempo, al inquilino de La Moncloa.

Los rumores, desde la conmoción, asolan las filas socialistas, pero también el resto de orillas políticas. Los más radicales, que al mismo tiempo son continuistas, apuestan y defienden el enroque del presidente, con amagos estéticos, hasta que escampe y lleguen tiempos mejores. Sánchez, que presume de resistente, acaricia la idea de volver a intentarlo. Tendría un plan. Los rumores apuntan a que aceleraría la reforma de la justicia para garantizarse durante años una fiscalía del Estado afín. También haría concesiones inimaginables ahora a los «indepes» catalanes y luego plantearía, quizá con elecciones, «¿quién gestiona esto?» para ofrecerse como la solución ante el caos y con el argumento de que mejor algo de corrupción que un Gobierno de derechas. Otros rumores, que han circulado muy deprisa todo el fin de semana, exploran la idea –que no es nueva– de una moción de censura encabezada por un independiente. Tendría la ventaja de que algunos de los ahora socios de Sánchez podrían votarla para defenestrarlo sin darle el gobierno al PP. El plan incluiría elecciones dentro de ocho o nueve meses y recuperación del funcionamiento institucional democrático. Significa, claro, que al menos por un tiempo deberían ponerse de acuerdo PP, PNV, Junts y Podemos. No es imposible, pero muy improbable y, mientras ocurre algo, los rumores campan a sus anchas, porque «¿qué otra cosa se puede hacer con ellos?», según Amanda Lear.