Los puntos sobre las íes
Page: mucho lirili y poco lerele
El drama de nuestro protagonista es su sideral incoherencia: predica una cosa y hace exactamente la contraria
El golpe de Estado del 1-O ha dado lugar a muchas ensoñaciones. La primera fue la de la Sala Segunda del Supremo que, para no condenar por rebelión lo que a todas luces fue una rebelión y hacerlo por sedición, se sacó de la manga ese insulto a la inteligencia que fue la «ensoñación». Vamos, que la declaración de independencia de 2017 representó una ilusión modelo Calderón de la Barca. Para hacer el cuento corto, que no fue lo que unos pensaron que fue (los golpistas) ni lo que otros (los constitucionalistas) pensamos que vimos. De aquel disparate en forma de indulgente sentencia vienen en buena medida estos lodos.
La siguiente ensoñación fue imaginar que el PNV respaldaría un Gobierno de Feijóo pese a que habían dicho por activa y por pasiva desde el minuto 1 que nones. Y pese a que están metidos de hoz y coz en ese fascistoide cordón sanitario que se inició contra el PP hace 20 años con el Pacto del Tinell de pistoletazo de salida. La siguiente de la siguiente, fabricada por los fakers de extrema derecha, consistió en vender la especie de que Don Felipe se debía negar a sancionar la Ley de Amnistía olvidando que el Rey reina, pero no gobierna, como por cierto sucede en todas las monarquías constitucionales. Tiene que rubricar y rubricará muy a su pesar porque, de lo contrario, incurriría en un ilícito. La última consiste en confiar en que Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, actúe en consonancia con sus palabras.
Aunque la esperanza es lo último que se pierde, hay que recordar que el también secretario general del PSOE castellanomanchego se presentó en el Comité Federal del sábado pasado como el gran Cid Campeador de la España constitucional, como el verso suelto de un partido putrefacto por sus alianzas con ETA y los tejeritos catalanes. Dijo que está en contra tanto de «los razonamientos jurídicos» de la Ley de Amnistía como de los «morales». Y en un ejercicio no sé si de cinismo y/o dadaísmo añadió que esta norma en ciernes «no casa con los valores del PSOE». Sencillamente de coña teniendo en cuenta que el PSOE no es sino el vetusto antecedente de un Partido Sanchista acostado con los golpistas de Junqueras desde la moción de censura de 2018.
El barón toledano lleva años arremetiendo contra los pactos con ETA y con ERC e incluso contra los de Podemos pese a que el partido bolivariano le permitió retener la Junta de Comunidades en 2015. El drama de nuestro protagonista es su sideral incoherencia: predica una cosa y hace exactamente la contraria. Por eso me maravilla escuchar las loas al personaje tras sus últimas críticas internas.
Nada que ver con un Odón Elorza que sí ha actuado en consecuencia: no le gustaba la deriva que había tomado el partido con Pedro Sánchez en tantas y tantas cuestiones y en enero renunció a su acta en la Cámara Baja. El sábado se despachó a gusto contra la amnistía, pero lo hizo con la legitimidad que le otorga haber adecuado sus declaraciones a sus hechos.
Page lo tiene muy fácil: que ordene a cinco de sus 8 diputados en la Carrera de San Jerónimo votar «no» a la Ley de Amnistía y la legalidad y la moralidad de la que tanto habla se habrán impuesto. No caerá esa breva. Llueve sobre mojado: hace un mes rechazó debatir en el Parlamento regional una declaración contra la amnistía. Pues eso: o hace lo que dice o que se calle y deje de tomarnos el pelo.
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