El bisturí

Las patas cortas de las mentiras de la izquierda

Para despecho de Sánchez y sus huestes, el tiempo juega en su contra desmontando sus mentiras

Además de su falsa defensa de los servicios públicos, otra de las grandes mentiras con las que la izquierda concurrirá primero a las elecciones municipales y autonómicas, y meses más tarde a las generales, son la de la economía y la del ecologismo. Los fontaneros de Moncloa y las cúpulas de partidos y plataformas que acompañan a Pedro Sánchez en su viaje hacia ninguna parte creen que los indicadores son mucho mejores de lo previsible a la vista del impacto de la pandemia y la guerra de Ucrania, y que, por tanto, es momento de plantar cara a Alberto Núñez Feijóo en un terreno en el que la derecha siempre ha sido la más lista de la clase.

En este contexto hay que enmarcar las apelaciones constantes de los líderes izquierdistas y de sus corifeos sobre lo bien que marcha el desempleo, lo mucho que crece el turismo o lo buenos que han sido todos ellos incrementando el salario mínimo interprofesional (SMI) y las pensiones. Aunque es cierto que algunas variables macro mejoran las previsiones efectuadas por muchos analistas, el futuro hacia el que apuntan sigue sin convencer a los economistas conservadores y a los principales organismos nacionales e internacionales. Todos ellos prevén crecimientos del PIB peores de los contemplados por el Gobierno y alertan sobre algunos aspectos inquietantes que pueden lastrar el devenir de las generaciones futuras: el déficit público, disparado, y la deuda pública, que alcanza niveles récord. No es difícil de entender por ello que un fondo estadounidense haya incluido a España en «default» por unos impagos, algo que no ocurrió ni siquiera en la anterior crisis financiera desatada en 2008.

Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz hablarán pues, en campaña, del SMI, de la suerte que corren los jubilados y de lo mucho que crece la recaudación, lo que permitirá apuntalar el Estado del Bienestar. Nada dirán, en cambio, de que la deuda pública se haya disparado en 303.000 millones en cuatro años –los que el PSOE y la ultraizquierda llevan en el Gobierno–, ni de que el agujero público se agrande a un ritmo de 212 millones al día desde 2019. ¿Quién lo pagará? Ya llegará otro que lo haga, piensan en La Moncloa. Exactamente lo mismo que sucedía antes de la llegada de Mariano Rajoy al poder. Tampoco dirán nada de los empleos jóvenes que ha segado el alza del SMI, ni de la situación de semi quiebra en la que se encuentra la Seguridad Social.

En ese alarde del disparate en el que llevan instaladas, la izquierda y la ultraizquierda hacen también gala de su preocupación por las marismas, las mismas por las que el PSOE no hizo nada ni cuando dirigía la Junta de Andalucía, ni en su anterior etapa al frente del Gobierno, ni en el momento presente. ¿Dónde están los trasvases prometidos? ¿Por qué hay que quitarles agua a los agricultores y mantenerla para Matalascañas, el feudo histórico socialista que se nutre de Doñana? Para despecho de Sánchez y sus huestes, el tiempo juega en su contra, desmontando poco a poco otras de sus mentiras. En Sanidad, resulta que 40 de los 100 mejores MIR eligen los centros sanitarios madrileños para completar su especialidad. ¿Pero no habíamos quedado en que Díaz Ayuso despreciaba a los sanitarios y gestionaba fatal la Sanidad? ¿Son masoquistas acaso los futuros especialistas? Las mentiras de la izquierda tienen las patas tan cortas como las vías del AVE a Extremadura.