Apuntes
Pero que no gobierne la derecha...
Han esperado hasta el final del reparto de altos cargos ministeriales, que una Secretaría de Estado o una Dirección General conlleva una docena de sueldos, y visto el resultado se han puesto dignas y han roto con la coalición
Podemos se pasa al grupo mixto del Congreso y en algunos cenáculos políticos y periodísticos se habla de la implosión de la extrema izquierda y se tira de la calculadora del móvil para ver hasta qué punto le peligran los Presupuestos a Pedro Sánchez. Tiempo perdido porque el comodín «pero que no gane la derecha» es una especie de bálsamo de Fierabrás que sirve para todo. A las Belarras, Yolanda Díaz las madrugó, a mi modo de ver, con toda la razón, y ellas se agarraron al comodín para no hacer lo que tenían que hacer, es decir, no votar la investidura de Sánchez, que era también la de Yolanda, provocar la repetición electoral y presentarse bajo sus siglas. Pero no. Han esperado hasta el final del reparto de altos cargos ministeriales, que una Secretaría de Estado o una Dirección General conlleva una docena de sueldos, y visto el resultado se han puesto dignas y han roto con la coalición. Por ahí se decía que si Podemos se pasaba al mixto iba a perder una pasta, la parte que le correspondía de la financiación parlamentaria, pronóstico que no se ha cumplido, sin duda, porque tener en tus manos la baza de los Presupuestos renta mucho más, al menos, mientras esté Sánchez al frente del Gobierno. Que se lo pregunten a Puigdemont, que estará encantado de explicárselo.
El problema estriba, precisamente, en que el comodín de marras también lo puede poner sobre la mesa el partido socialista. El argumento es simple. Si votas no a los Presupuestos votas lo mismo que las derechas y abres la puerta a ese nuevo fascismo que sólo quiere el mal de los españoles. Salvando las distancias, es lo que sucede con Emiliano García-Page y otros ilustres socialistas, que consideran, sinceramente, que lo del relator internacional no tiene un pase, pero que no harán nada que favorezca que las derechas lleguen al gobierno, dando por hecho que confrontado ante las urnas el actual PSOE tiene todas las de perder. Si, luego, a Puigdemont, Aitor, Oriol o Mertxe se les queda cara de Belarras, que todo puede ser, que no se quejen. Total, habrán contribuido a ese bien mayor que consiste en que los de la malvada derecha, es decir, más de la mitad de los españoles, se queden extramuros de esa ciudad maravillosa que se llama sanchismo. Ya lo hicieron en la Segunda República y así nos fue, pero es que nuestras izquierdas nunca aprenden. La realidad les resbala sobre el chubasquero de su ideología. Así, resulta que los peores resultados escolares se dan en Cataluña y el País Vasco, pero la «solución» es más caña lingüística sobre unos chavales que hablan castellano en casa. Pero que no gane la derecha...
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