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Eleuteria

El PIB se para

El crecimiento del gasto privado no ha ido acompañado de una reactivación de la producción interna

El crecimiento económico de EE. UU. ha dado un inesperado frenazo. El PIB, que había avanzado un 2,4% interanual en el último trimestre de 2024, ha retrocedido un 0,3% en el primer trimestre de 2025. Aunque una parte menor de esta contracción se explica por el retroceso del gasto público –una corrección saludable tras el exceso de estímulo fiscal de los últimos años–, el grueso de la caída obedece a una razón mucho más preocupante: la creciente incertidumbre provocada por la guerra comercial.

La Administración federal ya había anunciado en el primer trimestre las nuevas subidas arancelarias que entrarían en vigor a partir del 2 de abril. Este anuncio desató una oleada de compras anticipadas de bienes importados por parte de empresas y consumidores que han querido esquivar el encarecimiento de los productos extranjeros. Así, las importaciones netas han repuntado con fuerza, restando 4,85 puntos al PIB trimestral. En cambio, el consumo y la inversión han aportado conjuntamente 4,8 puntos al crecimiento. A primera vista, esto ha llevado a algunos analistas a concluir erróneamente que, de no ser por las importaciones, la economía estaría creciendo.

Pero este diagnóstico es profundamente equivocado. El PIB no mide el gasto total, sino la producción interna de bienes y servicios. Si el aumento del consumo y la inversión se ha dirigido en su totalidad a la compra de bienes foráneos, no hay creación de valor añadido doméstico. De hecho, si el auge del gasto se financia exclusivamente con un incremento de las importaciones, lo que estamos observando no es una expansión de la economía estadounidense, sino un repunte del gasto externo que, por definición, no suma al PIB.

En otras palabras: el crecimiento del gasto privado no ha ido acompañado de una reactivación de la producción interna. Las empresas, temerosas de un entorno más hostil para el comercio internacional, han paralizado sus planes de inversión doméstica. Y los consumidores han adelantado decisiones de compra, no en base a mayor optimismo sobre el futuro económico, sino por temor a un encarecimiento inminente de los productos importados.

Lo que muestran los datos no es un crecimiento robusto del gasto interno, sino una economía que se contrae por dentro mientras disfraza momentáneamente su debilidad con compras puntuales al exterior. Una economía que deja de producir para anticiparse al proteccionismo no es una economía en expansión, sino una economía que comienza a paralizarse.