«De Bellum luce»
El PNV, inquieto ante la debilidad de Pedro Sánchez
El PNV ve con espanto lo que sucede en el Congreso, la liada de Carles Puigdemont y la sensación de que todo está fuera de control
Las elecciones gallegas son un laboratorio de prueba para que el PNV decida finalmente qué fecha pone a sus comicios. Rota la tradición de ir de la mano de los gallegos, los nacionalistas vascos observan con atención cómo van a gestionar los dos principales partidos esta nueva contienda por el voto porque lo que no quieren es que en la suya haya un desembarco de las huestes nacionales que contaminen el clima político. El factor determinante es dar con la tecla para conseguir una campaña vasca en la que no vengan dirigentes de fuera a hacerse la foto y a descolocar el guion del discurso que quieren que llegue a los votantes. Por eso le han dado una pensada a la posibilidad de que quizás esperando hasta junio se les abra la oportunidad de que los Sánchez, los Feijóo y compañía estén repartidos por la geografía nacional y vayan poco a dar la brasa al País Vasco.
El PNV ve con espanto lo que sucede en el Congreso, la liada de Carles Puigdemont y la sensación de que todo está fuera de control. Pero está callado porque lo que le importa, lo único que le importa, es conseguir que el PSOE cumpla su pacto y no les traicione en la Lendakaritza. Su partida se juega en otro campo, y ahora toca hacer poco ruido y esperar a ver por dónde tira Sánchez y si les ha dispuesto alguna trampa en el camino que todavía no hayan visto.
La dependencia mutua para mantener el poder es el colchón de seguridad del líder socialista en Moncloa, lo que le da espacio para que sueñe con poder seguir instalado en el poder sin más tarea que la de actuar como embajador del Gobierno de España, aunque no pueda mandar ni una sola ley al Congreso. A Bildu les tiene que dar los presos etarras que faltan por llegar al País Vasco, al PNV, dejarle en el poder, aunque no sea la fuerza más votada en las próximas elecciones autonómicas. Y así, con todos agarrados por algún descolgamiento de sus bajos, no extraña que sus asesores no se sonrojen cuando cuentan a empresarios y periodistas que aquí no hay problema porque Pedro no convocará elecciones ni se irá del búnker de Moncloa. Ahora, no poder gobernar te quita lustre y capacidad de influencia, y ya hay más de uno, de los que manejan la pasta, que empiezan a volver a rendir pleitesía al PP en la confianza de que la mayoría no progresista funcione mejor que la progresista, y sea más comprensiva con sus intereses.
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