
Las correcciones
Presidente, la guerra no es derechas
El laborista Starmer prepara a Reino Unido para el combate para asegurar la paz
Tradicionalmente la izquierda europea ha atribuido la guerra a la derecha y se ha apropiado del concepto de paz, pero la primera obligación de un presidente del Gobierno, sea cual sea su signo político, es mantener a su país seguro. Hacer política con la guerra o la paz es un juego peligroso que pagan siempre los mismos: los ciudadanos.
El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, desveló esta semana los detalles de su plan de rearme frente a las nuevas amenazas de adversarios «equivalentes» como Rusia y China, y la naturaleza cambiante de la guerra como se ha visto en Ucrania. Lo hizo desde una fábrica militar en Glasgow, Escocia, rodeado de los trabajadores de la planta. En el nuevo plan estratégico, SDR (en sus siglas en inglés), Reino Unido pasa a una «preparación para el combate» con un aumento de la disuasión nuclear. La Royal Navy es la rama del Ejército que sale más reforzada. De siete submarinos de ataque pasará a doce, que serán fabricados en colaboración con los aliados de Aukus, Estados Unidos y Australia, en 2030. Atrás quedan los tiempos de Jeremy Corbyn, quien quería eliminar el sistema de submarinos nucleares, Trident, y llegó a decir que jamás autorizaría su uso. Starmer, sin embargo, prepara a Reino Unido para la guerra porque así asegura la paz. Es la diferencia entre un fanático (Corbyn) y un pragmático (Starmer). Los dos de izquierdas, por cierto.
Para el arsenal de la guerra del futuro se propone un mayor uso de drones, vehículos autónomos y tecnología de inteligencia artificial que convertirán al soldado británico en un «combatiente digital». El tamaño del Ejército regular seguirá siendo prácticamente el mismo: 73.000 soldados, según recomienda el SDR. En la actualidad hay 71.000 efectivos aunque se fomentará la participación de los jóvenes en un «gap year» antes de ir a la universidad.
En el SRD no se menciona a Donald Trump pero sí se aborda los temblores tectónicos del orden mundial. «Los Estados están tratando de reformular las normas basadas en el orden internacional que ha regido las relaciones internacionales desde la Segunda Guerra Mundial», se afirma. «El claro cambio en las prioridades estratégicas de Estados Unidos subraya lo urgente y diferente que es ahora la gestión de la competencia estratégica». Starmer, por su parte, insiste en que «todo lo que hacemos reforzará a la OTAN», dique de contención de Putin. Se calcula que Reino Unido necesita 68 billones de libras para financiar este plan. La presión crece para que Starmer se comprometa con un aumento considerable del gasto en defensa. La falta de financiación ha condenado otras revisiones militares a acumular polvo en un cajón. El debate sobre el gasto se reabrirá en la cumbre de la OTAN de finales de junio que contará con la presencia de Donald Trump. España llega a esta cita sin los deberes hechos y con un discurso maniqueo. Rechaza hablar de porcentajes y sigue muy por debajo del 2% (1,28% según el ultimo ránking), cuando EE UU pide ya un 5%. Esta falta de cultura estratégica nos condena al aislamiento. Si no aportamos no podemos esperar a que nos consulten. A diferencia de Reino Unido, en España la defensa sigue debatiéndose con la calculadora electoral en la mano. Y eso no es serio.
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