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Procastinación catalano-indepe

«En la Moncloa pergeñan cómo utilizar la instrucción del juez Peinado a su favor y creen que incluso les puede venir bien»

Epícteto (55-135), el filósofo estoico griego que fue esclavo en Roma, advertía de que «cualquier cosa que valga la pena posponer vale la pena abandonar por completo». Charles Dickens (1812-1870), por su parte, pensaba que «la procastinación es el ladrón del tiempo». Ahora mismo, Salvador Illa, nervioso, teme que le impida llegar a la presidencia de la Generalitat. Todo está hablado «y bien hablado» entre los socialistas y los «indepes» de Marta Rovira y Oriol Junqueras, enfrentados entre sí y, obsesionados, por encima de todo, con segarle la hierba a Carles Puigdemont. El líder de Junts, mientras tanto, como acaba de demostrar al tumbar «el techo», hará lo imposible por complicarle todo a Pedro Sánchez si no le ayuda a presidir la Generalitat. El enemigo de Puigdemont, no obstante, no es el presidente del Gobierno, sino sus rivales de ERC. Para unos y otros su principal objetivo, en algunos casos por encima de detentar el poder, es la destrucción política de sus rivales. Algo por cierto, extensible a toda España, atónita ante la instrucción, algo heterodoxa del juez Peinado, declaración de Sánchez incluida, que en la Moncloa ya pergeñan cómo utilizar a su favor. Hay estrategas sanchistas que creen que, lejos de perjudicarles, incluso les puede venir bien. Les serviría para alimentar su victimismo de mártires progresistas perseguidos por la extrema derecha. Todo tiene un límite, pero mientras dure, ha durado. Es la hoja de ruta de Sánchez y sus corifeos, con Bolaños, Puente y la volcánica María Jesús Montero en primera línea. Puigdemont y Junts han tumbado «el techo de gasto» y deja, por ahora –más procastinación–, los Presupuestos en el aire. La titular de Hacienda, sin embargo, lo tiene claro: «la culpa es del PP». El «no» de Junts a las cuentas, sin embargo, llegó tras conocerse que Sánchez se reuniría con Pere Aragonés. Rovira y Junqueras que, al margen de sus peleas, no quieren elecciones, necesitan más que gestos para convencer a su clientela y permitir que un socialista como Illa presida la Generalitat. Dicen que quieren dejarlo todo resuelto antes de que termine julio, pero los plazos legales llegan hasta el 25 de agosto y la tradición hispana es procastinar. Por si acaso, Junqueras, que presume de cultura, quizá recuerde el consejo de Epícteto de abandonar lo que vale la pena posponer.