Opinión

Del Procés al Proceso

El próximo gobierno de Pedro Sánchez con el apoyo de Sumar, EH Bildu, ERC, Junts y PNV traerá la última secuencia de este proceso.

Alex Cortés

Louis D. Brandeis dijo que la separación de poderes fue adaptada para impedir el ejercicio del poder arbitrario. Y es la clave de (casi) todo lo que está sucediendo. España lleva unos años con un deterioro constante de las instituciones públicas. El próximo gobierno de Pedro Sánchez con el apoyo de Sumar, EH Bildu, ERC, Junts y PNV traerá la última secuencia de este proceso. Y todo esto exclusivamente para poner un cordón sanitario al PP y a la posibilidad de que haya una alternancia en el poder bajo la cortina de humo de “parar a la ultraderecha”. Y es que todo aquel que difiere del marco cultural, social y político del sanchismo, es tildado de “ultra o facha”. Bajo esa premisa, es laminado de la opinión pública. Mientras tanto, ellos gozan de absoluta impunidad para hacer y deshacer en el Gobierno. Exactamente igual que hicieron los independentistas en Cataluña. Para algunos, estar en el poder lo justifica todo, incluso cargarse la igualdad de todos los españoles por 7 votos. Este proceso que iniciamos socava los pilares de la Transición, el Estado de derecho y en definitiva, la mencionada separación de poderes.

El punto de partida a esta situación lo encontramos en los años del germen del llamado ‘Procés’ que activaron los nacionalistas-independentistas en 2012 al negarse Mariano Rajoy a aceptar el pacto fiscal que propuso Artur Mas en plena crisis económica. Este proceso desembocó en el desafío al Estado con la celebración de la consulta ilegal del 9N y el proceso posterior de radicalización de una gran parte de la sociedad catalana con la culminación del referéndum ilegal del 1O que llevaron a una degradación sin precedentes de la política catalana con consecuencias muy claras: la aplicación arbitraria de la Ley (la tramitación del referéndum ilegal así como la modificación del reglamento en el Parlament, entre otras cosas), la mayor fractura social de Cataluña en los últimos 45 años y un empeoramiento de la economía catalana, con la salida de la empresas históricas como La Caixa o el Banco Sabadell que ha tenido impacto directo en la economía de a pie de calle.

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero ha sido el principal responsable de la ruptura del pacto social que se produjo en España y que fue el caldo de cultivo de todos los hechos que hemos vivido estos años; es el autor intelectual de la estrategia que está llevando el PSOE con Podemos, Sumar y los independentistas. Es muy significativo que haya sido el único expresidente que no se haya posicionado en contra de la amnistía. Volviendo al origen de todo, antes del Pacto del Tinell, los grandes pactos sociales siempre se habían conseguido en base al acuerdo de los dos grandes partidos, como un factor para garantizar la estabilidad política, económica e institucional de nuestro país. El Pacto del Tinell supuso apartar al Partido Popular de la toma de decisiones en Cataluña y en el resto de España. Se rompió con la mejor tradición democrática que se basaba en la lealtad institucional entre los dos grandes partidos de Estado.

Como ya advertían algunos autores como Juan Milián, el Procés catalán ha mutado en el Proceso español: nuestro país va a vivir en los próximos años un escenario muy similar al que se ha producido en Cataluña: un deterioro de las instituciones públicas (que ya lo estamos viviendo), que vendrá acompañado de una fractura social (que ya es latente) y de consecuencias económicas muy negativas para los españoles (solo hace falta ver la reacción de la economía frente al acuerdo de PSOE y Sumar).

Frente a este escenario, se necesita desde la sociedad civil haya un activismo tranquilo que tenga criterio para plantear una alternativa cultural a la izquierda y que esté lejos de radicalismos. Y desde la oposición es necesario un centroderecha unido con un Partido Popular. Para dejar atrás el sectarismo y ofrecer a los españoles un escenario que genere tranquilidad, dónde se puedan tejer complicidades entre el sector público y privado en un espacio de seguridad jurídica y estabilidad política. Dónde no se señalen a empresas. Todo ello para que España vuelva a sentarse en la mesa donde se toman las decisiones importantes y volvamos a ser una voz autorizada y reconocida a nivel internacional. Para superar de una vez el mantra del independentismo y la decadencia que nos ha traído a todos.